Calma. Eso es lo que muchos sienten al ver a un grupo de estas enormes bestias. Criaturas que ramonean plácidamente, como si vivieran ajenas a todo lo que les rodea. Con un fuerte sentimiento de familia, los más pequeños trotan y juegan entre los adultos. Cuando lo avanzan lo hacen con lentitud, pero también con perseverancia. Muchos pueblos creen con fervor que sus ojos son los ojos de los ancestros, y que en su calma se refleja la sabiduría que pasa de padres a hijos, generación tras generación.
Sin embargo, cuando los tricornodrak se sienten en peligro, toda esa calma desaparece para convertirse en un torrente de furia desmedida al que muy pocos pueden enfrentarse.
Como si se tratara de un solo ser las criaturas cargarán contra su enemigo para embestirlo sin piedad, quebrando sus huesos como si fueran simples ramas y perforando su carne cómo simple manteca.
Muchas son las especies de tricornodrak que hay en Pangea, sin embargo, ninguna es tan espectacular como el triceratops, con una longitud de casi dos manos de varas (9 para ser exactos) y un peso de 6 toneladas. Su hocico termina en un fuerte pico dotado de una mandibula repleta de dientes muy juntos perfectos para cortar las hojas más duras. Sigue leyendo