Ya en los orígenes de los tanques, durante la Primera Guerra Mundial, se hizo evidente que se necesitaría disponer de vehículos preparados para rescatar y recuperar a los vehículos dañados o averiados.
Durante el periodo de entreguerras, no se hicieron muchos trabajos en este campo, y por norma general, se confió estas tareas a camiones de gran tonelaje (como en el caso del ejercito norteamericano).
En gran medida esto se debió a que por lo general eran tanques ligeros, pero a medida que se avanzaba en el diseño y se introducían modelos de mayor peso, se fue haciendo evidente que los camiones no eran tan eficientes para esta tarea, teniendo en cuenta la adopción del tanque medio M3 Lee de 27 toneladas y de su sustituto, el M4 Sherman de 30.
Así, a principios de 1942 el U.S. Ordnance Department tras rechazar el diseño de un tractor oruga basado en el M3 A5, el Heavy Tractor T16 por no considerarlo adecuado para su cometido, se planteó si no serviría de base para un vehículo de recuperación de tanques. El resultado sería el Tank Recovery Vehicle T2, que estaría listo en septiembre del mismo año. Se retiró todo el armamento, instalándose una ametralladora de calibre fija en el frontal, a la izquierda del conductor. Además se instaló un afuste para otra ametralladora en la torreta, aunque algunas unidades de ingenieros la reemplazaron por el afuste para ametralladoras M2 HB de calibre 50 que se montaba en los camiones. Sigue leyendo