El río Yorne, principios de septiembre de 1944
El río no estaba muy crecido en aquella época de año, pero, aun así, era necesario capturar un puente para que los vehículos de transporte y de logística que deberían pasar después. El mando pensó que en vez de capturar uno largo que cruzara todo el río, era mucho mejor capturar dos, una hasta una isla intermedia y otro desde esta hasta la otra orilla. Que la isla estuviera edificada y tuviera una iglesia en su centro con un alto campanario que dominaba la zona a varios kilómetros a la redonda, no parecía un gran obstáculo.
Y ahí estaba la Sangrienta Siete, de nuevo voluntarios sin quererlo, esperando en la fría mañana que se diera la señal de partida. Y esta llegó con el sordo ruido de los cañones por encima de sus cabezas. Las bombas de humo blanco cayeron sobre la otra orilla y la isla y parecieron agarrarse al terreno por efecto de la humedad. Las aguas se cubrieron de una falsa niebla perezosa. Sigue leyendo