A primera hora del 27 de febrero de 1912, la policía llamaba a la puerta del entresuelo primera del número 29 de la calle de Poniente en Barcelona. Ese día, Enriqueta Martí Ripollés fue arrestada por la desaparición de varios menores en la ciudad. En el piso, supuestamente los agentes encontraron un saco que contenía un traje de niño, un cuchillo manchado de sangre en la cocina y, en otra habitación, huesos humanos. Durante la inspección también se toparon con centenares de tarros con sangre y grasa a modo de pócimas mágicas, que la propia arrestada confesó que preparaba usando determinadas partes del cuerpo humano.
Durante los meses previos al arresto, por las calles, plazas, mercados y patios de vecinos, corría el rumor de que alguien se llevaba a los niños. El gobernador civil de la ciudad intentó atajarlos considerándolos completamente falsos, hasta la desaparición de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart. Durante más de dos semanas, Barcelona vivió con el corazón en un puño pensando en la suerte que habría podido correr la menor. Las fuerzas del orden solo consiguieron localizarla gracias a una chafardera del barrio, quien le comentó a un vecino de la calle de Poniente que le parecía haber visto la carita de una niña mirando por una ventana. Sin perder tiempo, este vecino dio parte a la guardia municipal y estos procedieron al registro de la propiedad, en la que encontraron a una malnutrida Teresita. Sigue leyendo →