Millones de soldados estuvieron alistados en todos los ejércitos de la Segunda Guerra Mundial y todos ellos tenían novias, parejas, familias que ansiaban saber de ellos y saber cómo les iban las cosas. También deseaban escribirles y contarles que tal iban las cosas por casa. Esto, que es algo natural y fundamental para la moral de las tropas, es, en realidad, un problema logístico enorme. Cómo trasladar esa cantidad y volumen de papel (y a veces algo más) desde la retaguardia al frente y desde este de vuelta. Los retrasos eran comunes y, en el caso de los Estados Unidos, una simple carta podía tardar semanas en llegar, hasta que encontraba hueco en un transporte que hiciera la ruta desde el frente a casa. Estos retrasos desesperaban un poco a la tropa porque sus familiares tardaban mucho en tener noticias.
Conscientes de este problema para la moral de las tropas, el ejército de los Estados Unidos se puso a la tarea de solucionarlo y así nació el V-mail (abreviatura de Victory mail, correo de la Victoria). En esencia, los estadounidenses copiaron un sistema que ya utilizaban los británicos para el correo aéreo, pero lo realizaron a mayor escala (y lo estandarizaron al máximo). El sistema se basaba en una máquina inventada por Kodak que permitía fotografiar las cartas con buena calidad en micropelículas (los famosos microfilmes de los espías) y luego volverlas a imprimir en papel. Sigue leyendo