Las nieves les sorprenden en su camino hacia el norte. Patas, Bigotazos y Perezoso parecen alegres por el cambio de la rutina y aunque andar por la nieve debe ser más cansado, a veces trotan con ligereza mientras sus enormes patas se hunden en el manto blanco. Los seis esclavos también bromean con la nieve e intercambian bolas con mucho cuidado de no molestar a ningún otro miembro de la caravana. Bim y Sim, los guerreros les lanzan algunas a traición, pero los jugadores hacen bien en ignorarles. Reina el buen humor en la caravana a pesar de que el camino se hace largo y las noches son frías.
Es a la segunda noche cuando Motaas escucha el sonido de pasos más allá del fuego del campamento; no puede identificarlos, pero están ahí, como si un conejo saltara y se hundiera en la nieve que es cada vez más copiosa. La caravana se alerta y pasan la noche en vela vigilando los sonidos. Estos siguen ahí, pero cualquier intento de descubrir su origen, resulta en fracaso.
El día siguiente es más duro, no solo hay más nieve, sino que la falta de sueño agria el viaje. Todo es más complicado y hasta los bueyes lanudos parecen sentir el peso de su carga. Por la noche vuelve el ruido y la preocupación de la caravana. Kel es el único que duerme, aunque lo hace de pie, apoyado en una lanza. Las orejas de Mootas se pasan toda la noche erguidas. Cuando amanece, algunos miembros de la caravana se alejan del campamento para buscar el origen del ruido y Lobo acaba descubriendo varias huellas de felinos, bastante profundas que parece caminar a veces a dos patas y a veces a cuatro. Sigue leyendo →