Es bastante probable que te hayas fijado en las cestas de mimbre o bandejas de arcilla que cuelgan en las chozas y hogares de los grakines llenas de huesos de fruta o de frutos secos. Muchos habitantes de Pangea, en casi todas las razas excepto los gruba y los dwaldur, guardan estas semillas algún tiempo alejadas de la humedad y de los insectos. En el caso de las frutas, el proceso requiere la limpieza del hueso y su posterior secado al sol antes de colocarla en el reposadero, nombre que se le da a la cesta colgada.
Cuando se acerca la época fría, los inquilinos aprovechan un día para carcas todas las frutas y extraer todas las semillas. Es un proceso que suele encargarse a los niños con la supervisión de un adulto joven. Se descartan todas las semillas estropeadas y el resto se muelen aplastándolas con una piedra plana sobre otra piedra plana de mayor tamaño. El fruto de la molienda, la harina de semillas, se guarda en un recipiente de arcilla o piedra.
Tras el proceso de molienda, la harina obtenida se mezcla con un poco de agua (Un latido de agua cada 10 puños aproximadamente) y un huevo (de los pequeños) y se amasa hasta que toda la harina se liga formando una masa esponjosa. Para favorecer la ligadura y que la masa no se pegue en las manos, estos suelen embadurnársela con grasa animal. Parte de esa grasa queda adherida a la masa. De este trabajo se suelen encargar también los jóvenes, pero siempre con la supervisión del responsable de la casa de hacer la comida. No es una tarea complicada, pero sí pesada de realizar y hay que estar muy pendiente de que la masa no se deshaga.
Una vez terminado el trabajo, la masa se divide en pequeños trozos que se envuelven en grandes hojas verdes y se introducen entre las brasas de un fuego sin llama (que se ha preparado previamente). Tras medio puño, las hojas se sacan, se dejan enfriar y se vuelven a guardar en el reposadero.
En su interior, la masa se habrá horneado y convertido en lo que se conoce como pan de viaje. Se dejan en las hojas hasta su consumo porque así aguantan más. El sabor del pan depende de las semillas empleadas y puede ser, incluso, un poco amargo, pero es un buen alimento cuando los cazadores o los comerciantes deben viajar en los fríos días del invierno. El pan es denso, duro en la corteza y el interior tiene una textura como la de los mazapanes, pero no es dulce.
En algunos grakines, se intercambian los panes de viaje por los productos de los mercaderes. Es un trueque habitual, pero los visitantes asiduos saben quién tiene mejor mano con este producto y valoran más sus ofertas.