Bagnoles de l’Orne, 17 de agosto de 1944
-El problema de apretar una bolsa -explicaba el sargento- es que el aire o el líquido del interior tiende a reventarla por el punto más débil, lo que, por lo general, ocurre cerca de la boca de la bolsa. -Y con un gesto rápido golpeó la bolsa de tela contra el suelo lo que hizo que se le reventaran las costuras de la parte superior-. ¿Veis este agujero? -añadió enseñando un dedo por el siete-. Aquí estamos nosotros y el capitán no quiere que la bolsa se rasgue por nuestra posición.
Con aquella explicación, la Sangrienta Siete supo que su siguiente misión no era avanzar, sino retener. Había pasado varios días persiguiendo a los alemanes, pero los habían atrapado. Polacos y canadienses luchaban por encontrarse y mantener sellada la salida del este, pero ellos debían detener cualquier intento de ruptura por su zona.
Los primeros en asomar la cabeza fueron algunos elementos del 5º Ejército y, en concreto, varios panzer IV acompañados por panzergranaderos. A ellos les correspondió lidiar con estos segundos, pero los chicos de los cazas fueron la pesadilla de los carros. De vez en cuando, alguno conseguía alcanzar la protección de los árboles bajo los que ellos estaban, pero allí se encontraban con la sorpresa de los wolverines agazapados. Los muchachos de los M10 eran antipáticos, pero eficaces. Sigue leyendo