Siempre tiene su cosa conocer a un escritor de fama reconocida. Escritor, aunque sea de bestsellers, a fin de cuentas. Y los números de sus cuentas consiguen que no se hagan ascos a sus peticiones. Y más si quiere los servicios de la agencia.
Cuenta Castillo a Clara y su gente que hace mucho tiempo, cuando aún era alguien desconocido, escribía novelillas de género negro/detectivesco con seudónimo en una editorial que hoy en día solo recuerdan pocas personas.
El caso es que, estando siempre atento a las investigaciones que llevan entre manos la policía de Cunia para tener posible material para nuevos libros, ha conectado unos 3 crímenes que a priori parecen desconectados del todo, y así es como los están tratando en sus investigaciones.
Estos 3 asesinatos tienen cierto punto retorcido, macabro quizás. Y lo más importante es que son crímenes que él escribió en esa época antigua. En principio parecen iguales, bastante al menos. El sexo de los muertos, en cada caso, se corresponde con el del libro en cuestión. El nivel social igualmente es similar. Las profesiones ya difieren. Pero en conjunto Castillo cree que alguien está recreando esos asesinatos de ficción en la realidad. Sigue leyendo