Al pueblo llega una unidad del ejército francés y por aquello de que son más y tienen más armas se adueñan de algunas casas y lugares (la del conde, la iglesia, la taberna, etc.) para pasar unos vivaqueando por los alrededores. El invierno ya ha pasado, pero los ejércitos tienen que aprovechar los momentos de relajación para pertrecharse como es debido. Algunos oficios se aprovechan y remiendan botas, yerran cabalgaduras, cosen uniformes, pero, la mayoría ven como sus escasos recursos menguan por encima de sus posibilidades. Los soldados no son rudos con la población local, salvo alguna pelea de taberna, pero son demasiados como para que su presencia no se note.
Junto al oficial viaja una joven bien vestida y todos asumen que es algún pariente cercano; las malas lenguas aseguran que es una cortesana que le acompaña en esta campaña; otros afirman que es una enviada de la corte francesa con una importante misión en Madrid. Sea como fuere, todos los rumores se acallan cuando el oficial aparece muerto en la casa del conde y la mujer, quién quiera que fuese, ha desaparecido con parte del equipaje del francés. Sigue leyendo