La infantería siempre ha necesitado piezas de artillería que pudieran ser transportadas por el campo de batalla, para proporcionarles apoyo directo en sus avances. Ya sean cañones, obuses, o morteros debían ser ligeras y compactas, en especial para los tropas de montaña.
Al terminar la Primera Guerra Mundial, el ejercito norteamericano constituyó en 1920 un comité para evaluar el desempeño de su artillería, el Westervelt Board. Uno de sus objetivos era diseñar una nueva pieza de 3 pulgadas (75mm), capaz de batir objetivos a 5.000 metros y que se pudiera desmontar en no más de cuatro cargas para su transporte en mulas.
Tras varios años de trabajo, con diversos prototipos, concluyeron con un diseño final en 1927, que se estandarizó como el M-1 pack howitzer (esta designación, literalmente «obús de carga» procede de la idea de que se pudiera transportar a lomos de animales carga – pack animals – generalmente mulas).
El M1 tenía un peso de 740kg y eran necesarios al menos seis mulas para transportarlo, lo que excedía los requerimientos. Pero en el resto de características sobresalía, con un proyectil de alto explosivo de 7kg que podía alcanzar los 9,400 metros, una elevación de 45º y una depresión de 4º. Todo ello en una pieza muy compacta, a pesar de que se montaba en la cureña M1 de ruedas de madera de radios y banda metálica. Sigue leyendo