La evolución de la guerra había puesto a malta en una situación delicada a mediados de 1941. El norte de África estaba en manos del Eje o sus aliados desde Marruecos a la frontera con Egipto, el sur de Europa, desde España hasta Turquía, tampoco tenía puertos amigos para los británicos y Malta, una pequeña isla en el centro del Mediterráneo solo podía alcanzarse desde Gibraltar o Alejandría.
Si bien la flota británica era superior en tonelaje a la italiana, estos contaban con la ventaja de la aviación con base en tierra. Cualquier flota que saliera al encuentro de los barcos italianos se la tendría que ver con dichos barcos y con toda la Reggia Aeronautica que trataría de darles caza. Llegar a Malta por la fuerza quedaba descartado, pero la isla necesitaba que la abastecieran y, por eso, el Alto Mando británico decidió confiar en la discreción de un mercante solo en el mar en vez de en la fortaleza de toda una flota. Así nació la Operación Temple.
El objetivo era hacer pasar un barco sin escolta a través del estrecho de Gibraltar, avanzar cerca de las costas españolas y de la Francia de Vichy bajo bandera falsa (española) y aprovechar las horas nocturnas para llegar hasta las 80 millas de malta, donde los aviones de la isla podrían dar escolta aérea al buque. Sigue leyendo