Hace no tantos años, la historia de la Segunda Guerra Mundial estaba contada por historiadores de los Aliados Occidentales. Además de las fuentes de sus propios países contaba con acceso a las fuentes alemanas. Los militares alemanes eran bastante metódicos y sus partes de guerra, a menudo, contenían una cantidad de detalles sorprendentes. Sin embargo, el punto de vista alemán, sobre todo en el frente del Este, no estaba completo. Y el punto de vista soviético generaba cierta sospecha. Los escribas no siempre contaban la realidad, por interés o por simple desconocimiento. Nuestra imagen del frente del Este estaba incompleta, con cierta intencionalidad por ambos bandos.
Todo cambió con la llegada de la perestroika y, sobre todo, con la desaparición de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. Pasaron muchos años, pero, poco a poco, los archivos militares de la Gran Guerra Patriótica (como ellos la llaman) fueron saliendo a la luz y un gran número de historiadores se abalanzaron sobre ellos para reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial. David M. Glantz, el autor del libro que reseñamos, fue de los primeros extranjeros y de los primeros en sacar documentación con una profundidad que nunca antes se había visto. La percepción de las batallas clave: Stalingrado, Leningrado, Kursk, etc. cambió, pero sobre todo introdujo en la historia un montón de operaciones menores que habían sido olvidadas por la historiografía oficial soviética (bien porque sus generales habían elegido el bando equivocado en las luchas de poder del Politburó, bien porque sus resultados no fueron buenos). Sigue leyendo