Estamos a finales de 1944 en Europa Occidental, en medio de lo que se conocerá como la Batalla de las Ardenas (o la Batalla del Saliente), pero lo único que se sabía en aquel momento es que los alemanes habían lanzado un demoledor contrataque en la línea que dividía a los ejércitos británicos y estadounidense, que había roto el frente y que sus carros de combate amenazaban con llegar al Mosa y si lo cruzaban, llegar a Amberes lo que cercaría y aislaría a todas las tropas británicas contra el mar (otra vez). Tras los primeros días de desconcierto, las tropas Aliadas empiezan a organizarse y algunas decisiones puntuales de resistencia a ultranza empiezan a dar sus frutos. Uno de estos puntos fuertes fue Bastogne, quizás el más conocido, y que tuvo la virtud de dificultar el avance de las tropas alemanas y, en especial, de interrumpir sus líneas de abastecimiento.
Estamos en la madrugada de nochebuena, 24 de diciembre, y Patton ha hecho girar noventa grados a todo su ejército y se dirige de cabeza a liberar a los pobres paracaidistas. Sin embargo, tardará algunos días en llegar. Son fechas delicadas y la moral de los hombres puede quebrarse si no saben que el rescate está en camino. Alguien, los PJ, tiene que avisar de la llegada y llevar a esos hombres algunos presentes navideños. Sigue leyendo