Pangea – Flor del Wukran

Rama de flores del Wukran

Existe un árbol en las laderas de las montañas, cerca de las zonas donde habitan los dwaldur, al que todo el mundo conoce como árbol santuario o cadarete por la forma de calavera que adoptan los capullos de las flores antes de abrirse y la forma de rostro que adoptan una vez abiertas. Estas flores no representan ningún peligro, salvo que seas un insecto goloso y quedes atrapado dentro, y no es el motivo de este artículo.

Flor del Wukran

En simbiosis con el árbol habita una planta que crece adherida a las ramas del árbol y que imita a la perfección los capullos del árbol santuario. Los chamanes se refieren a esta planta (aunque quizás sea un animal) como «flor del Wukran«. Imita a la perfección a la flor santuario, salvo que es más grande y más fragante que sus compañeras. Sigue leyendo

Pangea – Pan de viaje

Almendras, uno de los ingredientes principales de los panes de viaje de las zonas cercanas a las montañas

Es bastante probable que te hayas fijado en las cestas de mimbre o bandejas de arcilla que cuelgan en las chozas y hogares de los grakines llenas de huesos de fruta o de frutos secos. Muchos habitantes de Pangea, en casi todas las razas excepto los gruba y los dwaldur, guardan estas semillas algún tiempo alejadas de la humedad y de los insectos. En el caso de las frutas, el proceso requiere la limpieza del hueso y su posterior secado al sol antes de colocarla en el reposadero, nombre que se le da a la cesta colgada.

Cuando se acerca la época fría, los inquilinos aprovechan un día para carcas todas las frutas y extraer todas las semillas. Es un proceso que suele encargarse a los niños con la supervisión de un adulto joven. Se descartan todas las semillas estropeadas y el resto se muelen aplastándolas con una piedra plana sobre otra piedra plana de mayor tamaño. El fruto de la molienda, la harina de semillas, se guarda en un recipiente de arcilla o piedra. Sigue leyendo

Pangea – Lobo – 2×14 El gato de las nieves

Las nieves les sorprenden en su camino hacia el norte. Patas, Bigotazos y Perezoso parecen alegres por el cambio de la rutina y aunque andar por la nieve debe ser más cansado, a veces trotan con ligereza mientras sus enormes patas se hunden en el manto blanco. Los seis esclavos también bromean con la nieve e intercambian bolas con mucho cuidado de no molestar a ningún otro miembro de la caravana. Bim y Sim, los guerreros les lanzan algunas a traición, pero los jugadores hacen bien en ignorarles. Reina el buen humor en la caravana a pesar de que el camino se hace largo y las noches son frías.

Es a la segunda noche cuando Motaas escucha el sonido de pasos más allá del fuego del campamento; no puede identificarlos, pero están ahí, como si un conejo saltara y se hundiera en la nieve que es cada vez más copiosa. La caravana se alerta y pasan la noche en vela vigilando los sonidos. Estos siguen ahí, pero cualquier intento de descubrir su origen, resulta en fracaso.

El día siguiente es más duro, no solo hay más nieve, sino que la falta de sueño agria el viaje. Todo es más complicado y hasta los bueyes lanudos parecen sentir el peso de su carga. Por la noche vuelve el ruido y la preocupación de la caravana. Kel es el único que duerme, aunque lo hace de pie, apoyado en una lanza. Las orejas de Mootas se pasan toda la noche erguidas. Cuando amanece, algunos miembros de la caravana se alejan del campamento para buscar el origen del ruido y Lobo acaba descubriendo varias huellas de felinos, bastante profundas que parece caminar a veces a dos patas y a veces a cuatro. Sigue leyendo

Pangea – Lobo – 2×13 Hacia el norte

Solucionados los problemas en Aguaclara, al menos en un tiempo, el grupo del Lobo decide que ya han perdido mucho tiempo y que deben continuar su hacia el norte, siguiendo el río Púrpura, hacia las tierras del principio bendecidas por la Taga.

No será un camino fácil, las dificultades de Aguaclara han afectado a algunos grakines cercanos, hay tambores de guerra en las hogueras y el frío, el frío del invierno por llegar les pillará en los caminos. Cargan con todo lo que pueden, tanto que las bestias de carga protestan lo que los esclavos no se atreven a hacer. Pero la decisión de Lobo es clara. Aguaclara es uno de los mejores mercados de la zona, hacia donde van encontrarán gente deseosa de ser propietaria de algunas de esas cosas.

Un viejo dicho de los mendwan reza: «Viajar ligero es viajar seguro» y Lobo y Adebbi lo saben. Por eso vigilan cada paso que dan y Aarthalas siempre va unos cuantos pasos por delante, caminando oculta a un lado del camino. Las noches eran peor porque eran un blanco más sencillo y podrían atacarles en la oscuridad. Las guardias, en parejas, no tranquilizaban a veterano comerciante. Sigue leyendo

Pangea – Vasija del tiempo

Vasija del tiempo - imagen de http://komyozan.org, http://komyozan.org/an-artists-eye-jomon-pottery-and-the-dirt

Una de las posesiones menos llamativas en el equipo de un chamán es la vasija del tiempo. No todos los chamanes poseen una, pero en las chozas o cuevas de aquellos que las poseen no llamarán la atención. Se trata de un recipiente campaniforme de no más de dos puños de altura y diámetro. Está fabricado de forma tosca y carece de marcas o decoraciones exteriores. El interior está untado de grasa vieja de animales impermeabilizando el interior y evitando que el agua que se pone en su interior alcance la arcilla con la que la vasija está hecha.

La vasija tiene un orificio diminuto en su parte inferior, en la punta de la campana. Y los chamanes suelen colgarla del techo o de una rama o de un trípode realizado con ramas con sogas vegetales trenzadas. Lo colocan a media altura, por debajo de la altura de sus ojos. De esta forma pueden ver las marcas que han hecho en su interior. Suelen ser círculos donde la arcilla está hendida a diferentes alturas. Las alturas de las marcas y el número de estas varían de chamán en chamán. Sigue leyendo

Pangea – Cacería Nupcial

Algunas tribus mendwan de las orillas del río Púrpura, en especial las cercanas a su desembocadura, tienen costumbres monógamas, las parejas se unen para toda la vida, y tienen una ceremonia para el miembro de la pareja que pertenece al grakin (o los dos si son ambos) que llaman cacería nupcial. Se trata de una cacería que dura varios días en la que el afortunado realizará su última salida sin obligaciones familiares y en la que, además de caza, hay muchas bebidas fermentadas y muchas historias subidas de tono. El objetivo de la cacería nupcial es cazar algún animal impresionante que regalar a la pareja y su carne se aprovecha en el banquete de unión.

PD: con el tiempo, esta tradición se iría civilizando y con la aparición de la tecnología y los bares acabaría llamándose «despedida de soltero».

Las bebidas fermentadas corren en las noches de cacería nupciales y el futuro contrayente no suele acabar en buenas condiciones físicas, no, al menos, para cazar algo decente. Son los amigos del cazador los responsables de que eso no se note, de ayudar a su amigo para que la caza sea un éxito. Todos forman parte de este engaño y es parte del juego social que representa esta tradición. Algunos cazadores vuelven con heridas o lesiones a su ceremonia nupcial, pero eso también forma parte de esta legendaria tradición. Si no hay heridas, es que la cacería ha sido un poco sosa. Sigue leyendo

Pangea – Silbato dwaldur

Silbato dwaldur - la fotografía en realidad es un silbato de la cultura Hopewell (Ohio, EEUU, 400 a. C.)

Los dwaldur fabrican silbatos con los huesos largos de sus enemigos tras devorarlos. Prefieren usar los huesos de los brazos, aunque se han visto silbatos con huesos de la clavícula e, incluso, costillas. Suelen tener un puño de largo y un orificio acanalado que es el que produce el sonido. La médula interior es un manjar y se la comen, pero el interior del hueso es limpiado y limado a conciencia para afinar el instrumento.

El exterior del hueso se graba con dibujos y adornos geométricos a gusto del propietario. Existe una leyenda que asegura que las tallas las hacen con los dientes, pero, la realidad es que las hacen con instrumentos punzantes y que su aparente tosquedad es fruto de la inexperiencia artística de su fabricante. Sigue leyendo

Pangea – 2×12 – El encargo de Ursus (cuarta y última parte)

Llegaron al atardecer, cuando la gran población que era Aguaclara empezaba a amodorrarse y sus habitantes a desaparecer bajo la techumbre de las chozas, los niños aún correteaban buscando una última aventura y en los agujeros de los hogares danzaba el humo blanco de los guisos y el aroma del festín.

Si había guardias en los accesos, nada les dijeron. Quizás sí les habían visto y decidieron no meterse en problemas. Aarthalas y Lobo subieron por una de las calles principales donde acabaron topándose con el puesto de venta de su caravana. Estaba en una posición privilegiada, bastante mejor que donde les había dejado. Lobo inclinó la cabeza ante Slissu quién le devolvió el silencioso saludo. El h´sar hizo un gesto a Motaas y a los seis esclavos y estos continuaron recogiendo mientras él serpenteaba tras el jefe de la caravana. Unos pasos por detrás de él, trotó Kel.

Los cuatro llegaron hasta las puertas de la casa de Ursus donde descubrieron a Addebi, montando guardia. Había sangre a su alrededor, en su lanza y en su cara, ninguna era suya. Lobo también le saludó con la cabeza y el lugarteniente dejó que sus blancos dientes mostraran la alegría que sentían. Aarthalas puso una mano en el hombro de guerrero y enfrentándose a la ciudad se quedó de guardia con él. Lobo continuó al interior donde nadie le impidió el paso; el hacha de Ursus, aún envuelta, entró con él. Sigue leyendo

Pangea – 2×11 – El encargo de Ursus (tercera parte)

Dejaron atrás la enorme puerta tallada en la roca, un dintel de antes de que el mundo fuera mundo, cubierto por el musgo y vigilado por una higuera crecida en un hendidura con las raíces serpenteando hasta terreno más estable. Parecía dispuesta a saltar sobre los intrépidos o estúpidos que se atrevieran a pasar bajo sus ramas. Lobo y Aarthalas puede que fueran ambas cosas, pero no temían al vigilante verde, sino a la oscuridad que se adivinaba en su interior.

-Huele a la sangre negra -afirmó la dwandir y dejándose guiar por su olfato descubrió un recipiente de piedra en la penumbra de la entrada. Ató una piel a un palo que allí mismo encontró y tras impregnarlo bien en aquella sustancia, chasqueó el pedernal sobre ella. Tras varios intentos consiguió que prendiera una llama envuelta en humo e iluminó la estancia.

Era más grande de lo que parecía y estaba cubierta por hongos en los que se escondían esquivos insectos que huían de la repentina claridad. Un enorme dwaldur custodiaba la estancia y la única puerta visible se abría bajo sus piernas. Sigue leyendo

Pangea – Azagaya del uro blanco

Azagaya del uro blanco

La azagaya es la punta de hueso que se coloca en el extremo de las lanzas para que estas puedan penetrar en la piel de los animales. Suelen llevar un atado simple de cuerda que evita que se mueva en vuelo y, en general, al extraer la lanza, la azagaya se queda dentro del animal y se recupera tras cortar la piel y repartir la lanza. En los grakines suele ser la prueba de la virtud del cazador cuando su azagaya se saca del animal. Es por ello, que los cazadores las adornan o graban para que se pueda reconocer. Que tu azagaya esté en el corazón del animal abatido es una muestra de precisión cazadora y es respetado por el resto del grakin ofreciéndote la mejor parte del animal.

La azagaya del uro blanco está fabricada con el cuerno de un uro albino de las montañas y no lleva ninguna marca ni señal, pero es un poderoso fetiche que otorga mayor precisión al cazador (-3 a las TA). Se cree que solo existe una azagaya en toda Pangea, pero la verdad es que hay varias sin llegar a ser muy numerosas. Se desconoce cómo se han fabricado ni quién las ha hecho y, evidentemente, hay algunas azagayas falsas en manos de comerciantes sin escrúpulos con clientes crédulos. Sigue leyendo