Una de las posesiones menos llamativas en el equipo de un chamán es la vasija del tiempo. No todos los chamanes poseen una, pero en las chozas o cuevas de aquellos que las poseen no llamarán la atención. Se trata de un recipiente campaniforme de no más de dos puños de altura y diámetro. Está fabricado de forma tosca y carece de marcas o decoraciones exteriores. El interior está untado de grasa vieja de animales impermeabilizando el interior y evitando que el agua que se pone en su interior alcance la arcilla con la que la vasija está hecha.
La vasija tiene un orificio diminuto en su parte inferior, en la punta de la campana. Y los chamanes suelen colgarla del techo o de una rama o de un trípode realizado con ramas con sogas vegetales trenzadas. Lo colocan a media altura, por debajo de la altura de sus ojos. De esta forma pueden ver las marcas que han hecho en su interior. Suelen ser círculos donde la arcilla está hendida a diferentes alturas. Las alturas de las marcas y el número de estas varían de chamán en chamán.
Se cuenta que los chamanes fabrican esta herramienta con sus propias manos y que es una de las tareas que deben realizar para abandonar el estado de aprendiz. Aunque un chamán puede realizar diferentes vajillas para diferentes tareas, se cuenta que la primera tiene parte del espíritu del chamán y por ello la conservan hasta el final de sus días.
Los chamanes utilizan la vasija para medir el tiempo. La llenan de agua hasta la marca que deseen y esta sale por el agujero inferior gota a gota. Cuando el recipiente se vacía, ha transcurrido un periodo de tiempo completo. En las zonas donde el agua es escasa, suele colocarse una segunda vasija debajo de la primera para evitar que se desperdicie mucha agua. En otras latitudes, las vasijas se llenan de aceite o incluso de sangre (al parecer los h’sar y los dwaldur son amigos de esto). En aquellos grakines donde las noches se alargan en invierno, hay vasijas capaces de medir un día entero.
Se escucha en los fuegos de campamento de los chamanes que la vasija de Aguaclara tiene diferentes tapones hechos de cera que le permiten regular la salida del agua según las necesidades. Hasta la fecha, nadie ha confirmado esta historia y el chamán del grakin es bastante celoso de sus secretos.