Autor: Michel du Avernie
Durante la primera guerra mundial muchos soldados sufrieron el pie de trinchera. Se trata de una infección de los pies causada por el frío, humedad y condiciones de insalubridad. En las trincheras del campo de batalla, los soldados permanecía por horas sin fin en trincheras anegadas de agua, durante ese tiempo no podían cambiarse el calzado ni los calcetines, que estaban empapados. Los pies progresivamente se entumecían y la piel se tornaba roja o azul, indicando una falta de riego sanguíneo. Si no se trataba a tiempo, el pie de trinchera se complicaba con la gangrena del miembro y precisaba la amputación del pie o incluso de la pierna. Sigue leyendo