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Cunia es una ciudad muy jerarquizada. Hay jefes y trabajadores como en cualquier ciudad del mundo, pero en Cunia las diferencias de estratos parecen más marcadas a fuego. Aunque sea el jefe de un comercio siempre le parecerá un don de la mafia a sus empleados. Hay cierta aura de jefatura que rodea a los jefes que para los ciudadanos de Cunia es algo tangible y real.
Recientes estudios psicológicos desvelan que en Cunia hay una mayor repercusión del llamado síndrome del general solitario, del llanero solitario, del lobo solitario o, como se refieren a él en Cunia, síndrome del solitario. Esa percepción de jefatura en las autoridades hace que los que la ejercen se vayan aislando y crean en su infalibilidad o, más bien, en la incapacidad de los demás en tomar buenas decisiones.
Un personaje con el síndrome de solitario será el líder del grupo, aunque no lo sea oficialmente (puede haber un jefe, pero es él el que saca las castañas del fuego). Creerá que siempre lleva razón y no consultará que se puede o no hacer en una situación, dirá lo que hay que hacer. Sigue leyendo