A finales del siglo XVIII, la ropa, y sobre todo la femenina, era muy recargada, con grandes bordados, encajes y ropas complicadas que dificultaban la movilidad, pero todo esto cambiaría con la Revolución Francesa que fijándose en los valores de la antigua Grecia y Roma daría nacimiento al neoclasicismo, algo que también afectaría al vestir. De Francia la moda pasaría a Gran Bretaña y de ahí al resto del mundo, incluida España.
La ropa se hace más sencilla, más cómoda de llevar y las diferencias sociales no estaban tan marcadas (algo muy en consonancia con las ideas originales de la Revolución Francesa). El vestido camisa tiene su origen en la ropa que las mujeres llevaban en las colonias francesas de las Antillas. Los trajes recargados eran impensables en los climas cálidos. Era amplia, lo que facilitó la aparición de los bolsillos (en los hombres) e hizo desaparecer los bolsos (de nuevo en los hombres). En las mujeres, la reducción de la amplitud de las faldas les impidió llevar faltriqueras (que antes ataban a la cintura) y los bolsos pequeños se hicieron más habituales. Los colgaban del hombro con cadenas y los franceses los llamaban reticules que en España acabaron llamándose ridículos.< Sigue leyendo