Número: 180. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
—Los alemanes parece que se han retirado hacia St. Lo a nuestra derecha —comentó el capitán con el sargento Rogers. Una de las cosas que distinguía a los buenos oficiales de los culoprietos era que le comentaban las cosa al bueno de Rogers. Quizás en toda la división quedaban ya pocos tipos de los que habían desembarcado en África.
—¿Parece molesto, capitán? Nosotros vamos al este. Está bien que se nos quiten de en medio.
—Me temo que no podemos dejarlos a la espalda, aunque de esa se encargarán los de la 29ª. El problema es que los británicos quieren aprovechar el agujero para llegar a Villers-Bocage y nos dejarán aquí atrapados entre los dos avances.
El sargento miró a su oficial y dijo:
—Nadie va a venir de frente. Ellos conducen por un lado de la carretera y nosotros por el otro. Cogeremos el correcto antes que ellos.
Y aquella mañana, Rogers fue como una fuerza de la naturaleza desatada. Preparó equipo móvil, varios semiorugas, dos carros de apoyo que se encontraron asignados a la infantería porque pasaron demasiado cerca. Así fue como la Sangrienta Siete encabezó la marcha de la 1ª división hacia el sur. A su lado, no tardaron en aparecer los británicos y, a pesar de la aparente rivalidad, hubo momentos de intercambios de bromas y bebidas no del todo autorizadas, pero los alemanes no colaboraban y cada recta del camino parecía contener todas las minas fabricadas por los alemanes, cada caseta solitaria, un batallón escondido y cada aldea, una división, pero una a una, a veces solos, a veces con los británicos, fueron cayendo. Las defensas alemanas eran bisoñas, solo aparentes y al primer empujón de los sherman, de los M10 y de las carracas de su Majestad, preferían hacer la guerra un poco más lejos.
Al anochecer de ese 12 de Junio, se toparon con las vanguardias de las 17ª división SS a su derecha y con las 2ª división panzer a su izquierda. Los británicos ya habían girado al este y ellos adivinaban la silueta de la oscurecida ciudad de Caumont, sobre la colina en el nacimiento del río Aure. ¿Quién sabe si habría batalla al día siguiente?