Por: Roberta Alias
Cunia es una ciudad violenta. Esto, seguramente, no sorprende a nadie. Las noticias locales siempre hacen mención a algún fallecido o una reyerta violenta y hay una cosa en común en todas esas noticias: la sangre. Este fluido corporal es bastante escandaloso, suele manchar hasta rincones insospechados y su eliminación no es algo agradable. Sin embargo, no es el único residuo desagradable que hay que limpiar de una escena de un crimen: masa encefálica, excrementos, orina (no imagináis la de muertos que tienen la vejiga floja). Cuando el crimen sucede en la calle, los servicios de limpieza de Cunia se encargan de darle un manguerazo con mayor o menor destreza, pero qué ocurre cuando el deceso ocurre en el interior de una vivienda o de un hotel. ¿Se va a encargar la familia de limpiar eso? ¿Le vas a pedir al servicio de limpieza que se encargue de ello? No, cuando esto ocurre, coges las páginas amarillas de Cunia y buscas la sección de «limpiadores de escenas de crimen».
