Hoy es un día triste para todos. Gobor se ha marchado. Los espíritus le han reclamado. A Gobor le encantaban mis historias. El siempre estaba atendiendo, como vosotros hacéis ahora, así que, que mejor forma de recordarle que con una nueva narración junto al fuego.
Recuerdo una vez, hace ya muchos ciclos, que llegó un mendwan al grakin. Su piel era morena, tostada por el sol, y sus ojos oscuros como la noche. Vestía la piel de un reptil, y en su espalda, justo sobre sus omóplatos, vestía un extraño arco de hueso y membrana. Por aquel entonces Gobor era tan solo un crío que pasaba las horas compitiendo amigablemente con mi hijo Lanuk. Fue precisamente nuestro fallecido compañero quien le preguntó a aquel extranjero por las pieles que portaba. Él le contó que se trataba de un extraño reptil que habitaba en el Desierto del Escorpión al que las tribus turgan, a las que el pertenecía, le conocían como «lagarto vela». Una criatura de cuatro patas con una membrana en arco situada en su lomo. Sigue leyendo