La cabina apenas se encuentra iluminada por la multitud de luces de los paneles de control, le avisan que están llegando a la zona Caleber determinada por el navegante para continuar su ruta. Lleva casi 3 horas en el subespacio y ahora le toca trabajar.
-Vamos chica… ahora nos toca a nosotros -le dice a la IA de a bordo y comienza a encender los motores para reducir la velocidad en el subespacio.
Unos minutos después llegan al sistema estelar. Aún están muy lejos del planeta objetivo del que ya no recuerda ni cómo se llamaba, pero eso es igual, el navegante le dejó toda la información necesaria en el plan de vuelo y a él ya le da lo mismo a qué maldito planeta llega, solo le importa el cómo llegar. Hace muchos años que lleva haciendo esto y su curiosidad ya está más que saciada, la mayoría de las veces ni siquiera sale de la nave, al fin y al cabo, hace mucho tiempo que la compañía de otros sentientes dejó de interesarle, su familia es la tripulación y ya no necesita a nadie más. Sigue leyendo