Estamos ante un negocio que no es muy habitual: una casa de escritores freelance que alquilan sus plumas a terceros que no tienen tiempo o no tienen habilidad para escribir. La empresa surgió como un estudio privado de J. Palacios que abrió para tener su propio espacio de escritura. El negocio surgió de forma casual con el interés de algunos vecinos para que les escribiera cosas. Al principio las hacía porque cualquier ingreso es bueno cuando un escritor está empezando, pero, poco a poco, aquello se convirtió en la ocupación principal.
Los encargos han crecido y eso ha hecho que J. Palacios haya contratado a algunos becarios, estudiantes de filología, para que se encarguen de ayudarle. Trabajan cualquier tipo de escrito: desde texto de presentación para web, panegíricos, cartas de amor (no os imagináis cuantas), textos de reclamación a empresas o seguros y un sinfín de cosas. Circula cierto rumor de cierta biografía de cierto presidente ha salido de sus plumas. Sigue leyendo