La historia se inicia un día de Nochebuena, exactamente siete años después de la muerte de Angelina Maral, la mujer de Ebenezer Scrooge. Este, propietario de un negocio de filatelia y numismática en pleno centro de la ciudad estaba cerrando las puertas de su negocio con unas ventas paupérrimas y un futuro sombrío. Scrooge, que no se engañaba, sabía que el negocio no aguantaría mucho y sus más de 65 años recomendaban que se jubilara y lo olvidara todo. Todo era más difícil ahora, con tanta internet, mensajerías y esas pegatinas que ahora llamaban sellos. La gente había perdido la pasión por las pequeñas obras de arte dentadas. Y las monedas iban por el mismo camino, tanta tarjeta de plástico y tanto google y ya nadie se detenía a contemplar los hermosos billetes de países lejanos que arrastraban tu pensamiento a sus aromas, sus paisajes y sus gentes. ¿Habéis visto alguna vez un billete de Bután? Entonces no sabréis de lo que estoy hablando.
Nada había merecido la pena desde la muerte de Angelina. Sigue leyendo