Número: 202.     4ª época.     Año XXI     ISSN: 1989-6289

202 > Ambientación > Historia > Real Seminario de Nobles de Madrid (1808). Por: Jacobo Peña Conversa

 

Real seminario de nobles de Madrid

En el año 1725, bajo el reinado de Felipe II y por acuerdo de la Cámara de Castilla, una parte de las rentas del cultivo de tabaco fueron utilizadas para la fundación del Real seminario de nobles de Madrid, asociado al preexistente Colegio Imperial, un conjunto de edificios situado en la manzana 143 de la Villa de Madrid.

El nuevo edificio, en cuya construcción estuvo involucrado el arquitecto barroco Pedro de Ribera Gómez, estaba situado en la calle Princesa.

El Colegio Imperial servía para la educación de la nobleza española que sería destinada a altos cargos de la Corte, del ejército y del gobierno, y el nuevo edificio debía servir como residencia de estos jóvenes. El de Madrid no era el único existente, hasta el punto de que llegó a haber más de un centenar de Colegios para la nobleza en la Península y otro tanto en territorio americano.

Hasta 1767 el Colegio Imperial estaba bajo el control de los jesuitas pero cuando en ese año se expulsó del país a la orden, se cerraron, para abrirse en 1770 por orden de Carlos III con el nombre de Reales Estudios de San Isidro.

Aunque su función era la educación de la nobleza, poco a poco, debido a los problemas económicos y la escasez de alumnado, fueron accediendo a ellos los hijos de la alta burguesía, en especial a partir de finales del siglo XVIII. En números totales, el Seminario de Madrid tenía entre 15 y 20 alumnos anuales, aunque la matrícula aumentó en varias decenas al anexionarse la Casa de Pajes al Real Seminario a finales del siglo XVIII.

El inicio de la Guerra de la Independencia supuso el cierre de la institución. Inicialmente, el edificio del Seminario, por su condición de residencia, fue ocupado por soldados españoles para organizar la defensa de Madrid. Sin embargo, tras recuperar las tropas napoleónicas la ciudad en 1809, un decreto de José Bonaparte convertiría el edificio en Hospital Militar.

Es perfectamente posible que los personajes que hayan estudiado o trabajado en el seminario puedan aprovechar sus conocimientos del mismo para conocer entradas poco conocidas o moverse por él en la oscuridad, de cara a alguna aventura de sabotaje del hospital napoleónico.

Julio Donón (1860). <i>Seminario de Nobles. Posterior Hospital Militar.</i> Historia de la Villa y Corte de Madrid.

Julio Donón (1860). Seminario de Nobles. Posterior Hospital Militar. Historia de la Villa y Corte de Madrid.

Personajes seminaristas

Los personajes jugadores que sean hijos de la nobleza o de la alta burguesía podrían incluir en su historial haberse formado en el Colegio Imperial y haber residido en el Real Seminario de Nobles, habiéndose relacionado con personas de especial importancia de la Ilustración y pudiendo justificar bastantes conocimientos adquiridos allí.

En cuanto a personalidades, los personajes de 1808 que se hubieran formado allí podrían haber conocido a marqueses, duques y condes, a capitanes de caballería, diplomáticos, regidores… Pero no es necesario que los personajes sean nobles o burgueses educados en el Real Seminario para tener estos contactos. Perfectamente podrían ser profesores o parte del personal de servicio del seminario, que incluía un mayordomo, un médico, un dispensario, un cirujano y un oficial de biblioteca.

En cuanto a las habilidades que pueden justificarse con las enseñanzas del internado, son muy variadas. Hay que recordar la influencia del liberalismo que propugnaba para los líderes de la sociedad la necesidad de una formación integral, tanto académica como religiosa, así como de vida en comunidad, educación y cortesía.

Así, los personajes educados allí y sus profesores pueden justificar conocimientos de Dialéctica, Don de gentes, Protocolo, Conocimientos académicos, Ciencias Físicas, Táctica terrestre, Equitación, Música, Dibujo, Esgrima, Latín y Francés.

En cuanto a los demás profesionales que servían allí, además de las habilidades típicas de sus respectivos oficios, podrían justificar conocer algunos de los conocimientos de los alumnos, tras años escuchando a hurtadillas sus discusiones o leyendo libros usados. También puede ser muy útil de cara a hacerse pasar por nobles, imitando sus manierismos y formas de vestir.