Al salir del subespacio la criatura que les había guiado hasta allí seguía delante de ellos, pero se escoraba a la derecha a gran velocidad. No tanto como aquellas criaturas podían hacerlo, pero sí lo suficiente para que la nave de la clase Victoria y su tripulación sufrieran un buen meneo en la reentrada. El motivo de la maniobra quedó claro cuando vieron el campo de asteroides al que se dirigían. No iban a entrar en él, solo a colocar se detrás. El celatán perdió velocidad hasta casi detenerse en los restos de hielo y piedra. Para ellos, perder esa velocidad implicó una inversión y una aceleración cercana a las 12 g. Al acabar, a todos les zumbaban aún los oídos.
La criatura se giró hacia el interior del sistema y volvió a moverse de forma errática, subiendo y bajando por encima de la eclíptica de los asteroides.
?Ponte detrás de ella e imita sus movimientos ?ordenó Juana que seguí en el puente con Arles. Tor también había aparecido aunque blanco por el esfuerzo extra que le suponía el subespacio a su especie. Sigue leyendo