Exo – Salto de fe, 2ª parte

Al salir del subespacio la criatura que les había guiado hasta allí seguía delante de ellos, pero se escoraba a la derecha a gran velocidad. No tanto como aquellas criaturas podían hacerlo, pero sí lo suficiente para que la nave de la clase Victoria y su tripulación sufrieran un buen meneo en la reentrada. El motivo de la maniobra quedó claro cuando vieron el campo de asteroides al que se dirigían. No iban a entrar en él, solo a colocar se detrás. El celatán perdió velocidad hasta casi detenerse en los restos de hielo y piedra. Para ellos, perder esa velocidad implicó una inversión y una aceleración cercana a las 12 g. Al acabar, a todos les zumbaban aún los oídos.

La criatura se giró hacia el interior del sistema y volvió a moverse de forma errática, subiendo y bajando por encima de la eclíptica de los asteroides.

?Ponte detrás de ella e imita sus movimientos ?ordenó Juana que seguí en el puente con Arles. Tor también había aparecido aunque blanco por el esfuerzo extra que le suponía el subespacio a su especie. Sigue leyendo

Exo – Cuestión de fe

Cuando uno se apunta a los exos, cree que todo serán combates espaciales, luchas a muerte con alienígenas desconocidos y diversión desenfrenada en locales de mala reputación; la realidad es que la mayor parte del tiempo es esperar, dejar pasar las horas flotando en el espacio hasta que llegue la siguiente guardia en la que te vas a tu camastros dejando pasar el tiempo hasta que llega el momento de volver al puente. Aburrimiento en el que desearías que apareciera una flota verriana en los sensores para entretenerte con algo.

En esos pensamientos estaba el piloto de la 501 cuando los sensores le avisaron del fin de la tranquilidad. ¡Qué demonios! Un enorme celatán había aparecido de la nada. Aquellos malditos bichos iban y venían del espacio normal sin avisar, sin arrastrar las radiaciones de Cherenkov como hacían la gente que respetaba la física. Se dirigía hacia ellos, así que no anduvo con sutilezas y le dirigió todos los sensores activos de los que la Victoria B estaba provista (y eran muchos). El visitante no parecía hostil, lo que quería decir que no llevaba pegado a la piel ninguno de esos malditos ingenios aioll. Sigue leyendo

Exo – ¡Muerte desde el cielo!

La instalación de leviatanes, ya destruida, les había llevado a ese planeta. Juana estaba utilizando la fragata como punto de abastecimiento y encuentro. No dudaba de sus capacidades de infiltración en el espacio profundo, pero ahora se trataba de entrar en un sistema enemigo, un enemigo que estaría bajo alerta.

Juana se encontraba en órbita, dentro de una de las Victoria. Genweb y Fernandez estaban realizando un EVA un poco especial. Habían saltado desde la nave a una instalación orbital automatizada de los aioll. Era como una especie de silvano enorme que retorcía sus tentáculos siguiendo extraños impulsos. En su cabeza llevaba adherido un complejo sistema de telemetría y láseres. Si se había percatado de su presencia no había dado muestras de ello. Quizás fuera más inteligente de lo que parecía y Juana lamentó no poder liberarlo de su condición. No sabía cómo hacerlo y, probablemente, lo mataría. Lo que sus dos tripulantes estaban haciendo era instalar una interferencia los sensores del ser?, del dispositivo, le costaba pensar en él en términos de maquinaria. Sigue leyendo

Exo – Primer golpe

Juana aún no se había acostumbrado a su puesto de comandante y en vez de ocupar la fragata de infiltración como buque insignia, continuaba junto a la 501 en la Victoria clase B. Ella sabía que, además de las dos naves, otras dos victorias aguardaban en las cercanías. No sabía dónde estaban porque había ordenado un estricto silencio EM mientras recogían y valoraban las señales en modo pasivo.

Frente a ellos estaba un centro de transformación de los leviatanes. Era el mismo que ya visitaran en una ocasión, aunque solo 28 segundos; gracias a sus precauciones, no parecían haberse dado cuenta de su presencia. La actividad no había variado desde que llegaron.

Dos leviatanes aguardaban en las dársenas y un tercero parecía estar sacándose el carnet de navegante por los alrededores. En el interior de la base se veía bastante actividad. Juana sabía que tres compañeros flotaban en ese momento desde la fragata hasta los tres leviatanes. Su perfil EM era mínimo y no sabía dónde estaban. Aquella era la parte de la misión que menos le agradaba. Deseaba activar los escáneres y ver cómo les iba, pero aquello les delataría al momento y echaría al traste los preparativos. Sigue leyendo

Exo – 501: 5×03 Cunningham

Uno no imagina cómo será el despacho de un alto oficial de la Armada hasta que está dentro de él. No era su despacho real sino una transmisión holográfica vía EPR en una sala del acorazado donde la 501 tenía su base, pero, aun así, Juana nunca se hubiera imaginado el despacho austero? no funcional de su comandante en jefe. Se dijo que podía ser una falsa imagen preparada para estas ocasiones, pero algo en su interior le decía que ese hombre no era dado a los engaños.

-He estado leyendo este informe suyo -Juana estaba en posición de descanso, como le habían ordenado, pero deseó cuadrarse cuando el almirante Cunningham, ministro de defensa y paz, se dirigió a ella -, y debo decirle que no me gusta. Es inoportuno, desafortunado y nos mete en un montón de problemas. -Las pobladas cejas del almirante parecieron taladrarla a pesar de estar a miles de años luz de distancia, aunque por lo que ella sabía, bien pudiera estar en la sala de al lado-. Han hecho ustedes un buen trabajo. Felicite a su unidad en mi nombre. Sigue leyendo

Exo – 501: 5×02 Va a hacer calor

Llevaban más de tres horas en el subespacio. El motor Faus Carber amenazaba con colapsarse de un momento a otro y las alarmas de precaución sonarían si Arles no las hubiera anulado de un manotazo. Juana miraba las pantallas de datos y murmuraba: «un poco más, solo un poco más». Sigue leyendo

Exo – 501: 5×01 20 segundos (segunda parte)

La nave de la clase Victoria B con la 501 a bordo rompió la realidad a escasos kilómetros de la estructura de entrenamiento y acondicionamiento de los celatanes. Su llegada disparó todas las alarmas de los guardianes de la Unión Pangaláctica, pero aún tardaron unos preciosos segundos en creerse lo que estaban viendo.

5 segundos

-Estamos conectados -anunció Fernández, el úkaro. Sigue leyendo

Exo – 501: 4×14 20 segundos (primera parte)

-No voy a endulzaros la realidad -la capitana nunca lo hacía, pero cuando avisaba de que no iba a hacerlo es que la realidad era mucho más oscura de lo que imaginaban-. Estamos en el interior de la Unión Pangaláctica y esta gente tiene leviatanes que pueden perseguirnos por el subespacio. No quieren que salgamos de su espacio porque creen que tenemos información delicada sobre lo que están haciendo aquí, pero, la verdad, no tenemos una mierda. Cualquier agencia de medio pelo pagada por los unionistas sembrará la duda sobre la veracidad de nuestras imágenes e inundará la GWW de imágenes falsas desacreditando las nuestras. Sigue leyendo

Exo – 501: 4×13 La horrible verdad

El enorme leviatán no había muerto. Agonizaba y Tor comentó que podía sentir su dolor, que atravesaba todas sus defensas mentales. Su tripulación, aquellos que habían colocado todos aquellos instrumentos de control en su interior, no tuvieron tanta suerte. Los múltiples impactos habían abierto brechas en los mamparos y los torpedos habían inutilizados los principales sistemas. Ya fuera por la falta de aire, por el frío o por la descompresión súbita, todos habían muerto. Sigue leyendo

Exo – 501: 4×12 Maniobra 501

¿Cuántas horas llevaban saltando? Habían llevado al límite al motor subespacial y parecía avisarles de que aquel iba a ser su último salto, quizás el penúltimo, pero no podían pasarse toda la vida saltando y huyendo de la misteriosa nave que les perseguía. ¿Cómo podía perseguir su rumbo a través del subespacio y cómo podía hacerlo cuando ellos utilizaban uno de los motores de última generación que les permitía girar dentro del universo paralelo? No podía detenerse a responder esa pregunta. Lo único que tenía claro es que la longitud del salto era proporcional a la demora del perseguidor. Cuanto más tiempo pasaban en el subespacio, más tardaba este en aparecer. Sigue leyendo