2ª Parte: Dios es mi juez
Una vez se asienta el revuelo de los días iniciales al llamar Clara a la policía para informar del macabro descubrimiento y de los datos que ha recabado, se da por finalizado su encargo, gustosamente remunerado, al llevarse la gente de Mikhail para casa a Masha, alejándola lo más rápido posible de la violencia. Los amigos de esta siguen en Cunia, viven allí, pero parecen asustados y dejan de moverse por los garitos de la ciudad.
Las investigaciones iniciales de la policía, poco más de corroborar la identidad del cadáver como uno del grupo de amigos de Masha, no parecen avanzar. Ni se sabe quién puede ser la persona que sacaron a rastras del edificio, ni por el momento han podido determinar los vehículos utilizados por los posibles sicarios. Si que han podido confirmar que parece un hecho no relacionado con las actividades de los jóvenes, que fuera la causa que fuera, solo el cadáver estaba implicado.
Y con el pasar de los días, cuando la agencia ya ha dado por finalizado su cometido y se encuentran embarcados en otros casos, Enrique Romero hace una visita de cortesía a Clara. Y como siempre en sus relaciones, el colegueo amistoso viene con la pátina del trabajo de Enrique, pidiendo toda la información posible sobre lo acontecido durante el tiempo que siguieron a Masha y sus amigos.
Parece ser que en el CNI están con el radar puesto encima del colectivo ruso de la ciudad. Sin tener nada concreto, si que existe la sensación de que «algo se cuece». Y todo el tema acontecido le dice a Enrique que podría existir una posibilidad de cruzarse con lo que sea sobre lo que está investigando. O no, pero no está de más trabajar en ello, más cuando realmente aun no ha logrado ningún avance en su misión.
Se dedica a poner el foco en la vida del chaval, quien era, que hacía,? Se da cuenta que era el único de grupo que no vivía del dinero de la familia, que tenía su propia fuente de ingresos, que parecen muy indeterminados.
Investigando más a fondo consigue determinar que básicamente este, junto con otros dos amigos suyos, tenían un lucrativo negocio en robar cargamentos de productos de alto standing, desde bolsos o ropa de marcas muy caras a electrodomésticos de alta gama. Localizaban de vez en cuando algún almacén con algún cargamento de su interés y una noche desvalijaban.
Siguiendo el rastro de su último golpe consigue determinar que lo dieron en un almacén de un pequeño polígono de las afueras, un lugar un poco raro para guardar este tipo de productos. Se ve que todo era ropa y complementos de marcas muy conocidas y con precios prohibidos. Estirando el hilo puede corroborar que este material ya de por si era robado en suelo italiano. Unos ladronzuelos que roban a otro ladrón. Y por lo que deduce sus «propietarios» actuales no vieron el tema con mucho agrado y los localizaron, con el resultado conocido, uno muerto torturado y los otros dos desaparecidos.
Desentrañando la maraña de burocracia de empresas consigue llegar hasta un pequeño conglomerado de empresas rusas, propiedad en su mayor parte de Daniell Leonidevich Kozlov. Y este nombre activa su sentido de alerta. Es una persona de interés. Nunca se le ha podido acusar de nada ilegal, ni siquiera se le ha podido vincular de alguna manera, pero se teme que esté detrás de ciertos grupos de ámbito quasi-terrorista. Y que pudiera estar involucrado en el robo y venta de productos de lujo le dice a Enrique que tal vez sea una manera de financiar algo más gordo.
[_fundido a rojo_]