Por: Francesc Almacelles
En un lapso de pocos meses diversas lápidas del cementerio de Cunia han aparecido cada una con símbolo labrado en una de sus esquinas. Estos no se repiten y, aunque de trazos rápidos y muy sencillos, parecen representar dibujos más elaborados. La policía no le da mayor relevancia, atribuyendo estos hechos a alguna gamberrada de adolescentes ociosos.
El entierro de Doña Camila Leandre, al ir a abrir la tumba familiar para poner sus restos en ella, conlleva un extraño descubrimiento. Se ve que la gamberrada ha ido un poco más allá de la simple pintarrajeada. Dentro aparecen muchos huesos, muchos… Los suficientes para poder afirmar que son más de un esqueleto. La policía, ya más interesada, sigue sin poder avanzar mucho. Nadie ha denunciado que las tumbas de sus familiares hayan sido profanadas, y por ende, nadie parece dispuesto a dar permiso para que se abran sus sepulcros para realizar comprobaciones. Ponen un poco más de vigilancia nocturna en las inmediaciones del cementerio y poca cosa más. Los familiares de Doña Leandre deciden que debería ser investigado con más ahínco el descubrimiento y ponen a trabajar a la agencia. Sigue leyendo