Número: 236. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
El sábado por la mañana tuve cierto bajón anímico. Vi un anuncio de una editorial en el que pedían manuscritos y me leí las condiciones. Entre otras muchas cosas decían que si en 12 meses no te habían contestado es que tu novela no les ha interesado. Esta es una cláusula habitual de las editoriales porque así se ahorran dar malas noticias. El golpe vino cuando recordé que les había mandado un manuscrito mío hace ya más de 12 meses y no he recibido respuesta. Es una novela de fantasía que, creo, ha tenido la mala suerte de no encontrar un editor cuando la escribí y ahora entiendo que es difícil encajarla. Aunque lo sé, no es agradable el rechazo.
No sé si he comentado en alguna ocasión que estoy en un club de lectura. Todos los meses nos leemos una novela y quedamos para comer, tomar algo y destriparla. Somos muy brutos, pero mucho. Hasta el punto que nos surgió la posibilidad de invitar a autores y dijimos que no, que si su novela no nos gustaba, nos iban a pegar.
Este mes nos hemos leído La Sombra. Sí, lo del nombre es coincidencia. El señor Galdós lo puso antes que nosotros; no podemos reclamarle derechos. La novela no es para todos los gustos (le hemos puesto un 3 sobre 5), pero a mí me ha gustado mucho la forma en la que estaba escrita. Yo creo que fue una apuesta de un joven Galdós al que le dijeron: "¡A que no eres capaz de escribir una historia solo con descripciones!". "¿Qué no?" me imagino que respondió "sujétame el cubata". A mí me ha gustado mucho la novela (es breve, quizás novela no es la palabra) y aunque soy una persona que critica el esceso de descripciones (la literatura moderna recarga mucho los libros con adjetivos), me han encantado esa forma de describir porque apenas utiliza adjetivos y me ha parecido muy interesante para incorporarlas a los juegos de rol.
Y así, mientras defendía frente a mis compañeros de lectura las bondades de La Sombra (a ellos no les ha gustado tanto como a mí) he recordado algo que siempre tenemos presente en la otra Sombra y que es: "siempre hay margen para aprender". Ha sido como una catarsis al bajón de la mañana. Me he dicho, la próxima será mejor.
Ahora, mientras escribo esta última editorial del año, quiero aplicar esa filosofía a 2025. El próximo año, tendremos un año más de experiencia y será mejor.