Número: 238. 4ª época. Año XXII ISSN: 1989-6289
CUNIA - La noche del pasado viernes, el sonido de una serie de explosiones sacudió las calles del barrio Viejo, dejando un rastro de destrucción y pánico entre los vecinos. Testigos informaron que un grupo de jóvenes encapuchados disparó una ráfaga de proyectiles incendiarios en un callejón, causando incendios menores y dejando varios transeúntes heridos. La policía ha identificado el arma, que en las calles ha empezado a ser conocida como «La Bestia», un dispositivo casero compuesto por seis tubos de PVC unidos con cinta americana y diseñado para disparar fuegos artificiales modificados y petardos con metralla improvisada.
Según fuentes de las fuerzas del orden, La Bestia se ha convertido en la respuesta de las pandillas más jóvenes frente a la presión policial y el dominio de organizaciones criminales más poderosas. Con acceso limitado a armamento convencional, estos grupos han optado por fabricar sus propias herramientas de terror con materiales de fácil adquisición, transformando calles residenciales en zonas de guerra improvisadas.
Los informes policiales han documentado múltiples incidentes donde La Bestia ha sido utilizada para sembrar el terror. Su capacidad para disparar ráfagas, combinada con su naturaleza inestable, la convierte en un arma de doble filo. Un disparo mal calculado puede provocar incendios, mutilaciones y caos indiscriminado.
El ruido ensordecedor y la lluvia de chispas dificultan la respuesta de las autoridades y generan confusión entre las víctimas. Sin embargo, su falta de precisión y su enorme retroceso la hacen difícil de controlar. No es raro que los propios tiradores terminen heridos cuando uno de los tubos explota antes de tiempo o se sobrecalienta tras varios disparos consecutivos.
Fabricar La Bestia no requiere materiales costosos, lo que la hace accesible para pandillas y grupos criminales con recursos limitados.
Las autoridades aún no han encontrado una forma efectiva de eliminar La Bestia de las calles. Su facilidad de fabricación y el acceso a materiales la convierten en un peligro constante en manos de aquellos que buscan desatar el caos. La policía ha advertido que cualquier persona que sea descubierta portando o utilizando esta arma será tratada como una amenaza de alto nivel.
Mientras tanto, este monstruo sigue rugiendo en las calles, recordando a todos que, en las sombras de Cunia, la desesperación y la violencia siempre encuentran una forma de manifestarse. ¿Será solo una moda pasajera en el arsenal del crimen, o el inicio de una tendencia aún más destructiva?
Fabricada con materiales baratos y fácilmente disponibles, La Bestia es una muestra del ingenio criminal que se oculta en los rincones más oscuros de la urbe. Sus seis tubos permiten disparos simultáneos, convirtiendo cualquier callejón en una zona de guerra improvisada.
Su capacidad de disparo en ráfagas, combinada con su naturaleza inestable, la convierte en un arma de doble filo. Un disparo mal calculado puede provocar incendios, mutilaciones y caos indiscriminado.
El ruido ensordecedor y la lluvia de chispas dificultan la respuesta de las autoridades y generan confusión entre las víctimas. Sin embargo, su falta de precisión y su enorme retroceso la hacen difícil de controlar. No es raro que los propios tiradores terminen heridos cuando uno de los tubos explota antes de tiempo o se sobrecalienta tras varios disparos consecutivos.
Fabricar La Bestia no requiere materiales costosos, lo que la hace accesible para pandillas y grupos criminales con recursos limitados. Su precio varía dependiendo de los materiales disponibles y la capacidad de reutilización de componentes.
Este precio puede reducirse drásticamente si los materiales se obtienen de manera ilegal o reciclada, lo que es común en los entornos donde La Bestia se utiliza.