Número: 238.     4ª época.     Año XXII     ISSN: 1989-6289

238 > Ambientación > Relatos > Me llamo Yort (Exo). Por: Andrés Barbudo Lavado

 

Me llamo Yort

¿Quién soy? ¿Dónde estoy…? Es urgente saberlo, pero no recuerdas porqué.

Es raro. No estás en gravedad cero, eso seguro, pero no sientes el peso que acompaña a la gravedad. Tu cuerpo no está y eso no puede ser. No sientes ninguno de 4 brazos, ni puedes abrir los ojos, ni siquiera percibes un signo de calor con tu ojo central.

Recuerdas el frío… El frio del espacio, cuando estás demasiado tiempo expuesto y no llevas suficiente protección. Lo sentías y ya no. Eso es bueno. Todo yemer (¿soy un yemer?) sabe que no es bueno estar demasiado tiempo en el vacío y que ya no lo estés es bueno… ¿Estabas en el vacío? ¿Por qué no lo recuerdas……?

………

Ha pasado tiempo. No sabes cuánto. ¿Dónde estoy?

Tienes un recuerdo, como un flash. Te ves a ti mismo dándole la mano a Dûbar… Conoces a Dûbar ¿Por qué haces un trato con ese marbagán filibustero?

Otro flash. Estás en la Kvoltaach!, tu nave. Buena nave, un Carguero Ligero AR-37 completamente restaurado y remozado, con enérgicas líneas, que surca el espacio elegante y distinguida, una auténtica Dama con clase. Una nave cómoda, el casco exterior bien pintado, bruñido y limpio, actualizadas sus tripas y sus pequeños secretos bien escondidos repartidos entre sus paredes. Tu tripulación funciona fluida, como debe hacerlo, un tyrano, un veddio, dos humanos y tu, un yemer, formando una Familia dentro de la Dama. La bodega casi vacía a excepción de una caja relativamente pequeña bien anclada y rodeada de sensores y herramientas (¿nuestras herramientas?). Y fuera… un campo de asteroides. Buscáis algo… ¿Qué buscais……?

………

Te despiertas, esta vez sabes que te despiertas. Te Duele todo el cuerpo, pero sobre todo tu brazo izquierdo inferior. Intentas abrir los ojos pero no puedes, algo te los tapa. Abres la boca para quejarte y sientes burbujas en tu boca ¿Burbujas? ¿Dónde narices estoy?

Recuerdo la base espacial oculta en ese esteroide, teníais que entregar algo ¿El qué? Ah, la caja. Todo esto es extraño, raro. Como la caja. Para eso eran las herramientas, para averiguar que era: fría que lo congelaba todo, oscura como el espacio, imposible de penetrar. Había otras cajas iguales en esa sala, once cajas formando un círculo casi perfecto, esperando a su hermana. Cuando la colocasteis en su sitio, todo se volvió loco…… Recuerdas arrastrarte por un túnel oscuro… Y disparos, pero no eran tuyos. Usaste tu telekinesis para mover esa puñetera caja de su sitio. Y todo acabo. Si, sabes que eso acabó bien.

Algo te pincha en el cuello……

………

Tienes delante al tyrano ¿Cómo se llama…? ¿Por qué no recuerdas su nombre, si lleva en tu tripulación casi un año completo? Está alterado, te cuenta algo sobre colores y sentimientos que no entiendes, debe ser una cosa tyrana, de sus habilidades empáticas. Te habla de la ira roja, del amarillo de la envidia, del azul de la paz interior, y del negro refrescante de lo que no siente. Y señala a la bodega de carga, casi llena de maquinaria sacada del asteroide.

Buena maquinaria de minería, que podrás vender a bajo precio (razonable bajo) sin que hagan preguntas, todo beneficio. Y esa tecnología ioerendi que estaba empaquetada por piezas en el almacén del asteroide (pensar lo que puedes sacar en el mercado negro por esas piezas te hace sonreír, mucho, momento kvoltaach!. Lo único que te hace fruncir el ceño es que solo puedes llevarte una parte de todo lo que has encontrado). Y las doce cajas bien apiladas.

Dice algo de un gris muy oscuro que no es negro, no le gusta y le altera. Quiere que lo dejemos todo en el asteroide y nos alejemos cuanto antes, que avisemos a las autoridades y lo destruyan todo, al estilo RFP. Los tyranos no entienden de beneficios. Le respondes con buenas palabras y promesas de avisar a las autoridades, pero te plantas firme sobre lo de vaciar la bodega, firme hasta ponerte serio. Le hablas de los beneficios, todos los demás confirman con su silencio tu decisión, la decisión del capitán. Y al final el tyrano cede, solo y sin argumentos, salvo sus colores.

Ahora tienes un nudo en el estómago, y te pones nervioso por momentos. Intentas moverte, agitas tus brazos pero lo haces muy despacio con dificultad. El brazo inferior izquierdo no te responde, y esas malditas burbujas en la garganta ¿Cómo puedes tener burbujas en la garganta?

Otro pinchazo, esta vez en el muslo y todo se disuelve……

………

Te despiertas sobresaltado. Ahora recuerdas.

A las 17 horas, 32 minutos y 12 segundos de haber abandonado el asteroide (lo sabes porque estabas supervisando cuanto faltaba para llegar al punto de salto calculado por… ¿Cómo se llama? ¿Qué me pasa con los nombres?) las luces parpadearon, desde el Puente de Mando escuchas a…, el ingeniero, soltar un juramento, y unas expresiones que tu emtradre no puede traducir (los humanos tienen una capacidad sorprendente de "inventar" palabras que todos ellos entienden, pero nadie conoce). 3 segundos después, justo cuando estabas pulsando el comunicador para hablar con Ingeniería escuchas un fuerte sonido, como un chirrido de metal contra metal, que proviene de la bodega…, el tyrano, grita y su voz acaba en un gorgoteo. Seguramente fue el primero en morir. Y eso fue el primer detalle que te salvó la vida.

Con una mano te agarraste a tu sillón de mando, con otra pulsaste el sensor biométrico disimulado que libera las dos pistolas ocultas en los brazos del sillón, y con las otras dos coges ambas pistolas, con el movimiento fluido sin mirar del que sabe lo que está haciendo. Tu mirada se dirige al pasillo central de acceso, desde el que llega un leve brillo anaranjado del fuego, y percibes como se eleva la temperatura varios grados, demasiados grados de golpe. Tu cuerpo reacciona por instinto, inspiras, todos tus esfínteres, cloacas y orificios se sellan, aislando tu cuerpo del exterior, dentro de la dura piel que todo yemer tiene. Por eso la descompresión explosiva no te mató en el instante.

Una descompresión imposible, de todas las salas de la nave al mismo tiempo, violando una docena de protocolos de seguridad diseñados para que eso no pase nunca. Todas las puertas automatizadas de la nave abiertas al mismo tiempo, y todas las compuertas exteriores también, incluido las bodega de carga. El aire respirable abandona la nave en apenas 1,5 segundos, en un huracán que casi te arrastra.

Tu mirada se dirige al panel principal de información, y lo que ves no tiene sentido, no reconoces los símbolos, ni el lenguaje, nada. Ni ese ni ningún otro panel. La gravedad se desconecta y la nave cambia de rumbo. La silla del piloto está vacía, nadie pilota, pero la nave ha girado y acelera. Dedicas como medio segundo a pensar en tu tripulación. Nadie estaba trabajando en el exterior, no había ningún tipo de alarma ni zafarrancho, nadie tenía un traje de vacío puesto. Es imposible que hayan sobrevivido.

Cuando el huracán se calma, tan rápido como comenzó, Todo queda quieto, en absoluto silencio. Sientes en el exterior de tu piel el frío del vacío. Te inmovilizas y piensas a toda velocidad. Necesitas oxígeno, la inspiración instintiva no te va a durar mucho tiempo. ¿Cuál de los "secretos" de la dama está más cerca? Aquí, en el Puente.

Del pasillo de acceso percibes un movimiento. Y el brillo anaranjado parece que se intensifica (en el vacío no puede haber fuego ¿verdad?).

Actúas sin pensar, te impulsas hasta el panel de control en el lateral derecho del Puente de Mando, cerca de la cristalera que da visión del exterior para los aterrizajes. Pulsas el panel biométrico que parece una pantalla de control ambiental y el panel completo gira descubriendo un doble fondo, apenas suficiente para caber dentro. Con tu mano libre coges el respirador con su botella de oxígeno y te lo colocas rápidamente. Giras tu cabeza justo a tiempo para ver una figura oscura, grande, con múltiples miembros, imposible, con algo alargado en uno de sus brazos, como un cañón corto, en el que parece que hay lava fundida emitiendo luz anaranjada, que no se refleja en el cuerpo de esa criatura, negra como el espacio, negra como las doce cajas.

Disparas instintivamente con ambas pistolas, sin apuntar, vaciando los cargadores en dirección al pasillo, mientras te introduces en el doble fondo y cierras la puerta de acceso interior, justo a tiempo de ver como un infierno de lava golpea contra la puerta que se cierra.

Sueltas las pistolas y coges rápidamente todo el equipo que hay almacenado: dos bandoleras con sendas pistolas, granadas, otro respirador, un chaleco de protección, un kit médico para yemer, un kit de herramientas y un radio faro (bendita paranoia). Cada vez hace más calor y cuando estás acabando de coger el kit de herramientas, la puerta se pone brillante y comienza a fundirse. Abres la puerta exterior justo a tiempo para salir cuando la puerta interior explota como un volcán. Te abrasa las piernas, y ese desagradable detalle te salva la vida por segunda vez porque el propio metal fundido te cauteriza las heridas. Y una plancha de metal afilada como una cuchilla golpea tu brazo inferior izquierdo.

Sales despedido de la nave, con la vista nublada en rojo por el dolor. No sabes cómo pero aciertas a aplicar el kit médico sobre el brazo inferior izquierdo. Sientes como la medicación va calmando el dolor y te van abandonando las fuerzas. Activas el radio faro y dejas de ver…

………

Haces un esfuerzo y abres los ojos. Ves con dificultad a través del denso fluido en el que estás sumergido. Hay una portilla con una claraboya de cristal en lo que reconoces como un TRA y logras vislumbrar un par de humanos de uniforme. Reconoces las insignias del SAR.

Me llamo Yort Kal Masif, Capitán de la Kvoltaach!.

Excapitán.

He perdido a mi nave, mi Dama, a mi Tripulación / Familia, casi pierdo la vida… Y seguramente pasaré unos años en la cárcel. Definitivamente no ha sido un buen negocio.