Número: 182. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La guerra estaba cercana a su fin y el Alto mando alemán era consciente de ello a finales de 1944. Podrían haber caído en una especie de derrotismo y haber intentado lograr un acuerdo de paz con sus enemigos, pero, lejos de hacerlo, buscaron la forma de hacer que la guerra se prolongara más en la esperanza de que la Alianza entre los Aliados Occidentales y la Unión Soviética se resquebrajara. El ataque en Las Ardenas en diciembre de 1944 tenía como objetivo animar a que Gran Bretaña y Estados Unidos aceptaran un tratado de paz por separado a la Unión Soviética (cosa que los Aliados habían refrendado en Yalta pocos meses antes). La operación César estaba encuadrada en esta misma estrategia, pero, en esta ocasión, lo que los alemanes buscaban era reforzar la capacidad bélica japonesa y que así Estados Unidos se volcarán más en el pacífico que en el Atlántico.
La operación César consistía en el envío a Japón (por la ruta ártica) de material tecnológico de última generación para que los japoneses pudieran aplicar dichos avances a su industria de guerra. Desde la fabricación de armas atómicas, a motores de aviación a reacción o el sistema de guiado de las V2. Además de la tecnología y los planos de desarrollo, se mandarían a Japón algunos materiales estratégicos, entre los que destacaba óxido de uranio (aunque no está claro que llevara realmente - ver nota) y mercurio (fundamental para la fabricación de espoletas y bombas de gran potencia). La misión de transporte sería encomendada a un submarino y, en concreto, al submarino U-864, uno de los más modernos de la flota alemana (lo que no dejaba de ser entregar más tecnología a los japoneses), clase IXD2.
Nota: las fuentes sobre la carga de uranio son contradictorias y la existencia del U-234 que sería capturado por los estadounidenses el 15 de mayo de 1945 con un cargamento de uranio para Japón apoya la tesis de que el U-864 solo llevaba mercurio.
La misión se iniciaría en Kiel el 5 de diciembre bajo las órdenes del capitán Ralf-Reinar Wolfram que si bien era uno de los capitanes más experimentados en esa época, su experiencia no se podía comparar a los capitanes ya desaparecidos en la batalla del Atlántico. Además de la tripulación, en el submarino iban dos ingenieros de la empresa Messerschmitt (aeronáutica) y dos especialistas japoneses (uno en torpedos y otro en combustibles).
En sus primeros días, el U-864 informó de que tenía problemas con el sistema "snorkel" (lo que permitía que se utilizaran los motores diesel cuando estaban sumergidos) y tuvo que ser reparado en el puerto de Horten (Noruega, cerca de Oslo) para su reparación. La importancia de este hecho es que el mensaje fue interceptado y descodificado y los Aliados supieron de la salida del U-864 y su viaje por la costa noruega.
Más tarde partiría de Horten en dirección a Bergen, pero al navegar por uno de los fiordos, desconocidos para la tripulación, chocaría con el fondo. Nuevamente utilizarían la máquina Enigma y la radio para comunicar el incidente y el Alto mando les enviaría a Farsung para hacer las reparaciones pertinentes. Una vez hechas, partirían de nuevo y llegarían a Bergen el 5 de enero de 1945 (un mes después de su partida de Kiel). Mientras estaban en el puerto, Lancaster y Mosquitos británicos bombardearon los diques de submarinos y llegaron a realizar algunos daños al submarino que requirió nuevas reparaciones.
Mientras el submarino volvía a ser reparado, la resistencia noruega tuvo noticias de él (era un submarino enorme y llamaba la atención) y de su carga especial (los dos japoneses de la tripulación también llamaban la atención) y de esta forma el mando británico supo que el U-864 era especial y envió al HMS Venture en misión de caza.
El U-864 volvió a hacerse a la mar, pero a las pocas millas, el motor de babor dio señales de ir a estropearse y volvieron a avisar por radio de sus problemas. Se le ordenó volver a puerto y se le asignó una escolta para el 10 de febrero, pero el submarino británico ya estaba en la zona y si bien ya se habían cruzado sin detectarse, a la vuelta del U-864 detectaron el renqueante sonido del motor de babor.
El submarino alemán empezó a moverse en zigzag. Se especula que pudo oír al submarino británico, aunque algunas fuentes señalan que simplemente buscaba a la escolta alemana. El capitán del submarino británico tenía adivinar dónde estaba el submarino cuatro minutos después del disparo (que era lo que iban a tardar los torpedos en llegar) y de forma aventurada disparó dos torpedos para obligar a girar al submarino enemigo (cosa que hizo), el tercero lo lanzó a la misma profundidad y el cuarto (suponiendo que el capitán alemán se sumergiría para esquivar el ataque) lo lanzó a mayor profundidad. Esta intuición fue muy acertada porque el cuarto torpedo (el tercero según algunas fuentes) hundiría el submarino alemán. El impacto partiría el casco por la mitad y llevaría al U-864 y su venenosa carga al fondo del mar (donde aún reposa).
El combate entre el MHS Venture y el U-864 es muy interesante porque es el único caso documentado del hundimiento de un submarino sumergido por otro submarino también sumergido y aunque esto sucedió en la Segunda Guerra Mundial, nunca más se ha vuelto a repetir (a pesar de las novelas de Tom Clancy).
La operación César estuvo plagada de mala suerte y averías inoportunas, pero que quizás fueron consecuencia de una época dónde Alemania ya estaba camino de la derrota. En 2013, el gobierno noruego localizó el submarino en la costa noruega (Fedge) a unos 150 metros de profundidad, pero hasta la fecha, todos los planes para extraer su carga venenosa han sido descartados. Los recipientes de acero del mercurio están tan dañados que cualquier movimiento los desharía y esparciría su carga en el mar. Lo único que se ha llevado a cabo, en 2017, es el enterramiento con medio metro de arena especial y una capa de rocas para evitar que el propio mar esparza la letal carga.