Tras la caída de Francia, Alemania tenía como objetivo las islas británicas. Lo que implicó que el Abwehr, el servicio secreto alemán, ya hubiera puesto sus ojos sobre ellas. Al igual que había hecho con ataques previos (como a Francia) envió agentes al país a invadir con la doble misión de informar de la zona (la elaboración de mapas detallados era fundamental para la Guerra Relámpago) y el sabotaje cuando la operación se iniciara. A esta operación se la llamó Operación Lena, pero dada su gran dificultad se ganó el sobrenombre, dentro de los espías alemanes, de Himmelfahrt (Ascensión, en el sentido religioso de ir al cielo).
Los espías fueron enviados a Gran Bretaña mediante botes de remo franceses, botes de goma y algunos en paracaídas. Entre sus equipo llevaban comida para 10 días (se suponía que la invasión, la operación León marino, iba a ser en una semana) y un pequeño equipo de radio que demostró ser poco fiable (las válvulas se quemaron a los pocos días de misión). Los agentes fueron seleccionados entre los simpatizantes nazis de diferentes nacionalidades: daneses, holandeses e, incluso uno, con ascendencia japonesa. Ante la dificultad de hacerse pasar por británicos auténticos, el Abwehr optó por mandar no alemanes que pudieran justificar su presencia en el país al haber huido de los países invadidos por Alemania.
La invasión de Gran Bretaña no llegó a producirse y el destino de los agentes enviados fue bastante aciago siendo capturados. Su preparación como espías no era muy buena, no hablaban bien el idioma local (algunos ni siquiera el alemán) y no conocían las costumbres británicas. Ni siquiera eran todos fervientes nazis pues algunos agentes fueron obligados a participar bajo la amenaza de ser llevados, ellos y sus familias, a campos de concentración. Cometieron errores de principiante, como equivocarse por cosas de conocimiento público (como el nombre del rey) o pedir bebidas alcohólicas en bares antes de la hora, y eso les llevó directo a las manos de las autoridades.
Existe cierta controversia sobre la causa de la poca preparación de los agentes. El Abwehr ya habías demostrado en otras ocasiones (y en algunas posteriores) que sabía realizar misiones de espionaje con mucho nivel. ¿Por qué no en la operación Lena? Algunas opiniones apuntan a la precipitación de los preparativos (la velocidad de la caída de Francia sorprendió a los propios alemanes), pero otras fuentes señalan que los agentes fueron seleccionados mal a propósito con el objetivo de que fracasaran y la invasión de Gran Bretaña no se llevara a cabo. Relacionan a los responsables con los miembros que años más tarde (1944) prepararían el atentado contra Hitler (Operación Walküre), es decir lo relacionan con el grupo de oficiales alemanes descontentos con Hitler.
Hay que decir que aunque los agentes no estuvieran preparados, su misión era complicada porque había cierta paranoia contra los espías extranjeros en la Inglaterra de 1940. Esta actitud fue instigada por el propio Churchill al aprobar en mayo de 1940 (apenas dos semanas después de llegar al poder) la Ley de Traición. Churchill estaba convencido que la rápida derrota de los países europeos no era fruto de una brillante táctica militar, sino de una actuación de agentes infiltrados y quintacolumnistas que facilitaban las operaciones enemigas desde el interior de los países. La Ley de Traición (cuyas principales diferencias con la anterior en vigor era que también se podía acusar de traición a los extranjeros y que las penas siempre implicaban la muerte) trataba de impedir esto.
A los agentes capturados se les aplicó la Ley de Traición y muchos acabaron ejecutados. Sin embargo, algunos fueron reclutados por el MI5 para hacer de agentes dobles (Operación Double Cross) y enviar información errónea a Alemania. Al tiempo, no solo mandaban información, sino que solicitaban refuerzos (que eran a su vez capturados) y el envío de dinero (que financiaba las operaciones del MI5).
La Operación Lena no tuvo el resultado que esperaban sus promotores.