Llegar hasta la nave no fue sencillo y en su camino los miembros de la 501 quizás se han topado con más abducidos NheTi:Narä que en toda la historia de la Armada de la RFP. Las armas de Genweb llegaron al rojo vivo, incluso las de Ale estaban calientes. La Victoria despegó con algunos parroquianos subidos a su fuselaje y enganchados a los patines de planetizaje. No duraron mucho allí, la nave Exo ganó altura a gran velocidad y el frío y la falta de oxígeno aflojó a las manos de los no invitados.
Alcanzar la órbita no hizo que concluyeran los problemas, ya que fuera les esperaban tres cazas surgidos de ninguna parte. Creyeron que habían despegado del planeta, pero no tardaron en descubrir una fragata de combate aioll, algo muy parecido a los animales que habían venido a rescatar, en rumbo de intercepción. Los sensores tenían problemas para detectarlo porque gran parte de su estructura era orgánica y la IA se negaba a reconocerlo como un enemigo. Arles manipuló la programación de la nave que llevaba el nombre de su madre hasta que consiguió convencerla de que aquello que se acercaba era un enemigo, no un inocente animal espacial. Ya podían disparar, aunque Juana no quería hacerlo.
Dos cazas han caído bajo el fuego de los expertos artilleros, pero la fragata está cubriendo el exterior de la órbita, no pueden huir sin acercarse a ella y a su armamento pesado.
-Pica Arles- ordena Juana.
Hay un hecho contrastado en los registros de la Armada. Cuando una tripulación lleva suficiente tiempo juntos, no necesitan órdenes complejas. Todos entienden lo que tienen que hacer. La RFP Marla, una nave de la clase Victoria B que la 501 rescató de un planeta tiempo atrás, entró en la atmósfera, se dejó caer en barrena y cuando el morro apuntaba en la dirección contraria a la que entraron, aceleró. Para los habitantes del planeta fue un asteroide en llamas seguido de un estruendoso golpe sónico. Algunos creyeron que habían derribado a los extranjeros, pero se equivocaban. Los exos surgieron de la atmósfera por detrás de su enemigo. El caza superviviente aún les esperaba por donde habían desaparecido. La fragata había seguido avanzando y, ahora, estaban a su espalda, acelerando y alejándose. Les detectaron, claro, pero cuando el pesado animal consiguió rectificar su órbita, la 501 ya estaba camino a casa…