Número: 158. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Los Aioll no son una raza belicosa. Prefieren la diplomacia y la negociación como modo de dirimir las disputas. De hecho, sus guerras han sido más bien luchas entre genetistas rivales para desarrollar un nuevo avance o una nueva patente, más que una guerra convencional. Por ello, el repertorio de armas que poseen no es extenso, con su máximo exponente en la mano aioll () y en la genogranada ()
Al haber conseguido su independencia de la RFP y ser los gobernantes de una parte de la galaxia que incluye no sólo aioll sino una multitud de razas, este modo de pensar ha empezado a cambiar. Por una parte desean armarse para defenderse de posibles agresiones exteriores. Por otra, se hace necesario armar a la población local no aioll con dispositivos que se acomoden a la nueva realidad de la Unión Pangaláctica y menos a la de la RFP.
Con este objetivo nace el lanzavispas, un arma desagradable pero efectiva. A simple vista recuerda a un tubo carnoso con entre tres y cinco agujero en su "base". En esos agujeros se introducen los dedos del usuario hasta llegar a tocar una masa caliente y pulsátil que responde a los estímulos del tacto y la presión. Ejerciendo la suficiente el arma responde "escupiendo" unas balas orgánicas que son capaces de seguir al objetivo, doblar esquinas o introducirse por huecos hasta que se agotan alejadas de la "célula madre" (esto es, hasta que alcanzan el máximo alcance del arma).
El arma se recarga de dos maneras: a base de "células" auxiliares que se introducen por el cañón del arma, que se encarga de generar y resecuenciar y convertirlas en las balas o a través de la "base" introduciendo alimento convencional. Esta segunda forma de recarga consume notablemente más tiempo (unas seis veces más del tiempo de recarga normal).
Se han dado casos en los que el lanzavispas ha comenzado a alimentarse de su usuario, devorando los dedos introducidos en las oquedades, lo que ha provocado daños de importancia. No es habitual, pero está documentado.
A día de hoy hay un modelo pistola y un modelo rifle de asalto. Los usuarios se cubren con un aerosol de feromonas que evita que las avispas se vuelvan contra ellos en caso de que no alcancen el objetivo o giren demasiado.
La pifia provoca que el arma haga daño a quién la esta manipulando (daño tipo I).