Número: 165.     4ª época.     Año XXI     ISSN: 1989-6289

165 > Aventuras > Lobo > 2x10 - El encargo de Ursus (segunda parte) (Pan). Por: Olef, hijo de Oleg

 

2x10 - El encargo de Ursus (segunda parte)

Las cosas se están complicando en el asentamiento de Aguaclara. Ya son varios los que se han acercado al mercado a tantear a los miembros de la caravana del Lobo, a sonsacarle su opinión sobre la ausencia de Ursus, a saber si apoyarán a uno u otro pretendiente. Ninguno se ha llevado la respuesta que esperaba.

Tras recoger el puesto, Kel es rodeado por tres mendwan en su camino a la zona de reposo, cercana a las defensas del perímetro. El pequeño tamaño del tikki hace imposible que se pueda enfrentar a los tres matones y estos lo saben y bromean sobre su escasa altura y le insultan y vejan esperando que se enfade y les ataque y así tendrán la excusa para devolverle golpes hasta que se cansen. Kel aguanta, pero sus puños están blancos de ira. De repente, uno de los hombres cae y rápidamente la melena de Motaas le cubre disculpándose.

—¡Cómo he podido ser tan torpe! —dice, pero al intentar levantarse enreda su rabo con las piernas del segundo y azorado se gira y golpea al tercero con la lanza. En un instante los tres hombres están en el suelo viendo como el pequeño tikki les mira sonriente desde arriba. Motaas sigue disculpando su torpeza, aunque ninguno de los hombres cree que haya sido casual.

Están a punto de levantarse para expresar su opinión cuando Slissu se alza en toda su longitud por encima del tikki. Una imagen impresionante porque le saca una cabeza a cualquiera de los alrededores. En su sibilante tono dice:

—¿Desearán algo de curandería de los pantanos? —y el agitar de su bolsa de huesos es suficiente amenaza para que los agresores decidan quedarse en el suelo por el momento.

Y aunque los miembros de la caravana del Lobo sonríen, en su interior sienten que se acercan tiempos difíciles.

Por la noche, el rumiar de los animales y el ronquido de los ciudadanos es roto por el entrechocar de unas armas de piedra. Nadie da la alarma y nadie se asoma a ver qué está ocurriendo delante de la casa de Ursus. A la mañana siguiente la noticia corre como la pólvora, alguien intentó acceder a las dependencias de Ursus esa noche con la intención de matarlo, pero un hombre de ébano lo impidió. Él solo hizo retroceder a los asaltantes. Ahora, Aguaclara sabe que hay un nuevo pretendiente al puesto de Ursus.