Llego hasta aquí
Las marcas misteriosas
Una víctima joven está recibiendo tratamiento médico y psicológico después de denunciar que se despertó con fuertes dolores, marcas extrañas, punzadas y no recuerda nada más. Hasta dónde puede recordar, quedó con otra persona para una cita; la quedada fue bien: según la declaración fue una cena tranquila en un restaurante pequeño; la velada iba a continuar en una discoteca conocida de la localidad, pero es en el taxi donde se metió con su cita comenzó a perder el conocimiento. Cuando se despertó estaba en un descampado alejado de la ciudad.
No tiene marcas de agresión sexual; tampoco ha perdido nada, no le han robado; su teléfono móvil estaba apagado y sin batería. Las pesquisas de la policía no apuntan a ningún lado: no hay rastro de la cita, principal sospechoso del caso; a pesar de que quienes trabajaban en el restaurante esa noche han dado una descripción detallada del sujeto, nadie coincide con el retrato que los testigos han creado.
Lo que más alerta a la policía es que esta persona no ha muerto: ya hay dos víctimas mortales que tenían las mismas marcas en los meses pretéritos. Expertos y voces autorizadas de los cuerpos policiales asocian esas marcas con rituales violentos y sectarios. Por ello en la casa de la víctima hay escolta policial veinticuatro horas al día. Los agentes apostados en la finca impiden a la prensa el acceso; el caso es de interés nacional.
La víctima no sale de su vivienda. Lleva días encerrada, según la familia, en su propio cuarto. Le llevan la comida y no quiere hablar con nadie; está casi completamente aislada, pues además de tener la ventana cerrada y no recibir ningún tipo de estímulo externo (ni siquiera luz solar), va de su cuarto al baño y no hace más recorridos por la casa.