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Garrote Vil de Pilar Prades
El garrote vil fue una forma de ajusticiamiento que se practicó en España hasta 1974 y que siempre ha provocado cierta admiración insana en algunas personas. Se dice que era una forma de ejecución bastante humanitaria (en comparación con la horca), pero claro, eso siempre lo dice gente que no la ha sufrido. El mecanismo es sencillo. Se sienta al reo en una silla y se le sujeta el cuello en un aro que tiene en la parte posterior un tornillo. El verdugo gira este tornillo que presiona el "garrote" contra el cuello de la víctima hasta que lo parte y provoca la muerte.
En uno de los museos de la ciudad de Cunia se exponía (ahora explicaremos el pasado) el garrote vil utilizado para matar a Pilar Prades. Esta mujer, sentenciada por el envenenamiento de una persona y el intento de otras dos, fue la última mujer que murió por el garrote vil en España en 1959. Fue ejecutada en Valencia, pero por una serie de casualidades que nunca quedaron claras, el aparato de ejecución acabó en Cunia donde se expondría desde 1980.
Las leyendas populares de la ciudad creen que este mismo equipo es el que acabaría con la vida de Puig Antich, un anarquista barcelonés acusado de terrorismo, que sería el último ajusticiado por garrote vil en España. Tenía 25 años. No hay ninguna prueba de que esto fuera así, salvo el hecho de que el verdugo de ambas ejecuciones fue la misma persona. ¿Viajaban los verdugos con su propia máquina de ejecución? Los cunienses creen que sí y eso ha hecho que el objeto se rodee de cierta aura sangrienta y mística para los adoradores de este tipo de fetiches.
En los años 90, la prensa de la ciudad se despertó con un escándalo en el museo pues sus instalaciones se habían utilizado para una fiesta privada un tanto macabra. La utilización del espacio público con fines privados no es algo tan extraño en Cunia, pero el objeto central de la fiesta y sus extraños juegos sexuales, escandalizó incluso a los abiertos ciudadanos de Cunia.
Durante años no volvió a saberse del garrote vil y nadie le prestó atención. Hasta el punto que desapareció del museo y nadie dio cuenta de ello. Si ha salido hoy a la actualidad es por la aparición de fotos del interior de la conocida discoteca Kremlin donde se estaba llevando a cabo una fiesta privada. El hecho de que los asistentes no llevaran mucha ropa (ni mascarillas) ha levantado mucha polvareda, pero que una mujer joven y desnuda estuviera sentada en un garrote vil similar al del museo ha devuelto a este a las portadas de los periódicos y ha destapado su desaparición.
El actual director del museo ha explicado que el objeto ya no estaba en el inventario del museo cuando el entró y que no hay ninguna referencia de su paradero. Cree que sería destruido después del escándalo de los 90. El promotor de la discoteca ha asegurado que el garrote vil pertenecía a los organizadores de la fiesta y que desconoce dónde puede estar. La policía está intentando localizar a los organizadores, pero las imágenes compartidas en redes sociales no dan muchas pistas. La gente que se dedica a estas extrañas aficiones sexuales, no suele ser muy comunicativa con el resto de los asistentes. Tampoco se sabe quién grabó y distribuyó las fotos. El rastro se pierde en un servidor de Minsk.