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La mujer del collar
La mujer del collar es un cuadro que se dio a conocer a mediados del siglo XX tras su aparición en una conocida galería de Cunia. Es un cuadro muy interesante porque parece que es un retrato del collar aunque se adivina que quién lo lleva es una mujer. El cuadro es de mediados del siglo XIX (certificado por expertos), pero nada se sabe del collar, de la mujer o del pintor del mismo.
También se sabe que no es un cuadro completo, sino que está cortado de un cuadro mayor. Alguien dañó la obra concreta y montó en un bastidor solo la zona del cuello de la retratada. ¿Quién lo hizo y por qué es también un misterio? Se ha certificado que los pigmentos son del siglo XIX, similares a los que se usaban en Gran Bretaña esos días y por la fecha, el lugar y el incipiente estilo impresionista, algunos se han atrevido a señalar a Turner como autor del cuadro. Si bien, no hay ninguna referencia a este trabajo en ninguno de los estudios sobre este precursor del impresionismo.
El collar es también un enigma en sí mismo y la pintura parece enfocarse en él. Se dice, por sus motivos florales, que es una vieja reliquia árabe procedente de la península ibérica y la razón por la que el cuadro acabaría en Cunia, pero salvo las imitaciones que uno puede encontrar en los bazares del barrio Antiguo, no es un collar famoso ni ha sobrevivido hasta la actualidad (que sepamos).
Este misterioso origen no ha hecho más que acrecentar su leyenda de cuadro maldito pues ha ido cambiando de dueño con bastante regularidad. La galería donde se exhibió por primera vez, ardió pocos meses después de colgar el cuadro y los propietarios tuvieron que vender los pocos cuadros que habían sobrevivido para hacer frente a los gastos (el local parece que no estaba asegurado). Se lo quedó un marchante de arte que rápidamente murió y el cuadro pasó a su hijo que se deshizo de él diciendo que estaba maldito (aquí empezó la leyenda). El comprador fue anónimo y lo mantuvo fuera de la vista hasta una exposición en 1980 sobre el impresionismo en España. El cuadro ocupó un lugar privilegiado en dicha exposición que sufriría el asalto de unos ladrones y que serían detenidos y capturados en Francia años después. Ladrones y cuadro permanecieron en las dependencias policiales largos años hasta que fue devuelto a Cunia. El dueño original había fallecido y los herederos donaron el cuadro como pago de los derechos de sucesión. Eso inició cierta batalla legal con el gobierno francés para la devolución del cuadro, los franceses argumentaban que el propietario no podía demostrar legítimamente la propiedad de ese cuadro, pero, al final, acabó imponiéndose la razón.
El gobierno de Cunia colgó ese cuadro en un salón de recepciones y tras una debacle electoral, el nuevo gobierno lo vendió argumentando que las arcas del gobierno estaban esquilmadas por sus predecesores, pero en los mentideros políticos se hablaba de cierta maldición que había provocado la caída del gobierno anterior.
Fue adquirido por un filántropo de la ciudad que lo volvió a esconder de la vista hasta este año que el cuadro se acaba de poner a la venta en una casa de subastas con un certificado de su autoría de William Turner y un estudio que asegura que el cuadro formaba parte de un retrato mayor que realizara para la casa de pelucas de su padre. Sería un cartel publicitario de sus primeras etapas como pintor.