Llego hasta aquí
Pluma Triste
Estamos ante un negocio que no es muy habitual: una casa de escritores freelance que alquilan sus plumas a terceros que no tienen tiempo o no tienen habilidad para escribir. La empresa surgió como un estudio privado de J. Palacios que abrió para tener su propio espacio de escritura. El negocio surgió de forma casual con el interés de algunos vecinos para que les escribiera cosas. Al principio las hacía porque cualquier ingreso es bueno cuando un escritor está empezando, pero, poco a poco, aquello se convirtió en la ocupación principal.
Los encargos han crecido y eso ha hecho que J. Palacios haya contratado a algunos becarios, estudiantes de filología, para que se encarguen de ayudarle. Trabajan cualquier tipo de escrito: desde texto de presentación para web, panegíricos, cartas de amor (no os imagináis cuantas), textos de reclamación a empresas o seguros y un sinfín de cosas. Circula cierto rumor de cierta biografía de cierto presidente ha salido de sus plumas.
El local apenas tiene decoración, hay varias mesas con ordenadores portátiles y una enorme librería con libros de estilo, diccionarios y demás herramientas de escritor. En la entrada hay un mostrador con el que se topan los clientes al entrar en la tienda y desde el que atienden sus peticiones. Sin embargo, la mayoría de los trabajos se los encargan vía internet. En una de las paredes hay una fotografía enorme de la biblioteca del Trinity College de Dublín y junto al escaparate hay una pecera de gran tamaño con preciosos peces de agua dulce tropical. Esos dos detalles son los únicos del local.
Lejos de lo que pudiera parecer, los textos no son caros y aunque no hay un precio fijo por palabra, depende del tipo de texto, las cosas sencillas tienen un precio barato. La novelas y autobiografías salen más cara, por supuesto, aunque no es su trabajo habitual. Los artículos para páginas web o para revistas son su principal actividad.
Lo que la realidad esconde
Es cierto que J. Palacios quería ser escritor, pero para abrir el local necesitó un préstamo y no se lo pidió a las personas adecuadas. Pensaba, en su idealizada visión de la escritura, que podría ganar dinero en pocos meses y devolver lo pedido. Su sorpresa fue cuando descubrió que su deuda había sido comprada y que le debía dinero a uno de los tipos con más influencia de Cunia.
La ocupación más rentable de Pluma Triste es la creación de coartadas y son muy buenos haciéndolo. Tienen acceso a falsificadores y mentirosos profesionales que aportarán pruebas (entradas de cine, cuentas de bar) de que el sospechoso estaba en otro sitio a la hora del crimen. Pueden usar en ocasiones dobles para que haya testigos infalibles de la coartada. La única condición para que Pluma Triste elabore la coartada es que debe prepararla con antelación al suceso. Es imposible comprar entrada de un cine un día después.
No todas las coartadas tienen relación con actos delictivos. En cierta ocasión un arquitecto fue invitado a un evento en un lugar apartado y poco atractivo, le mandaron la carta de invitación, los pasajes de avión, la reserva del hotel, folletos del evento y un resumen de las conferencias que iban a dar los prestigiosos ponentes (arquitectos de renombre todos ellos). Todo ello estaba destinado a un tipo que quería hacer una escapada de un fin de semana con una nueva amiga sin que su pareja sospechara nada.