Llego hasta aquí
2x10 - El pasado siempre llama dos veces
Anteriormente...
[..] Eva Clausel es una prometedora periodista [..] le han robado el portátil por el método del estirón [..] Clara y Eva se conocen [..]
[..] No hay problema en perder los datos [..] la inquietud es el contenido [..]
[..] entre material robado y revuelto, encuentran los cadáveres de los dos jóvenes, apuñalados repetidas veces [..] el portátil de Eva se encuentra entre un montón de componentes, destrozado e inservible [..] falta el disco duro, y también la memoria RAM [..]
[..] si Eva quiere saber quien ordenó el robo tiene que pagarle una suculenta cantidad [..] devolverá el disco duro [..]
[..] la triste noticia de la aparición del cadáver de Eva en la zona del puerto [..]
[..] Antonio Hijuelo, político y empresario [..] corrupción, evasión fiscal, ciertos tratos con gente mafiosa [..]
La joven se presenta a Alonso de Celis como representante de una sociedad que por el momento desea mantener el anonimato deseosa de entablar relaciones comerciales con Alonso. Alta, de tipo espléndido y de voz calmada y timbre cuasi musical, es perfecta para entablar contacto y negociaciones empresariales, sobre todo con hombres. Alonso reconoce que se encuentra delante de una perfecta y sibilina serpiente de la negociación y que, lo no duda, la tasa de éxitos que debe de proporcionar a sus clientes debe de ser elevadísima. Una palabra le viene a la mente, "conseguidora". Aunque si alguien cree que él es candidato a verse enredado en sus redes, no lo conoce.
Básicamente esta reunión es solo una formalidad inicial para la negociación a posteriori. Un conocimiento mutuo de ambas partes, aunque por parte de "los otros" Alonso no tenga ni idea de quien pueden ser, ni de qué interés comercial deben de tener en él.
La joven le hace entrega, antes de irse, de una tarjeta de visita de, digamos, su cliente. Es una tarjeta de plástico, casi como si fuera una tarjeta identificativa, donde solo está impreso un logo, desconocido para Alonso, y un número de móvil, que pertenece a la joven.
"Cuando sepa que quiere entablar negociaciones, llámeme. Solo cuando REALMENTE lo quiera, hágalo" le comenta mientras desaparece por la puerta de su despacho.
Durante unos días se olvida de tema, y cuando piensa en este solo le viene a la cabeza la palabra "frikis". Menudo montaje para algo que seguro que debe de ser una sarta de tonterías. Han querido vestir una nimiedad con un halo de misterio para que pique. Y no va a ser así.
Pero, poco a poco, en su mente va revoloteando la tarjeta y no puede apartarla de ella. Un no sé que le va susurrando que quizás sí que sea algo muy importante y se está perdiendo algo.
Y cuando un día, por casualidad, al pasar la tarjeta al lado de un lector RFID que tiene conectado al ordenador, en la pantalla de escriben una ristra de caracteres sin sentido esa voz ya no susurra, le grita directamente con un megáfono a dos dedos de su oído.
Y esa voz también parece indicarle que no debería poner el tema en conocimiento de Clara, que más vale prevenir que lamentar. Con el tiempo ya se verá si se puede.
No para de darle vueltas entre sus dedos y sus neuronas a la dichosa tarjeta, al logo… Parece obsesionado con este. Una búsqueda en internet no releva ninguna concordancia y ello le frustra aun más. Hasta que, en un arranque de lúcida locura, decide escanearlo y ampliarlo sin pausa en la pantalla de ordenador. Y allí, en lo que a tamaño natural parecía un sombreado, puedo ver un código QR. Lo pasa por la app del móvil y le lleva a una página donde se indica como decodificar la ristra de caracteres y la clave con que hacerlo…
… y se encuentra con una url. No sabe si pinchar en el enlace, duda. Pero la angustia de estos últimos días no deja de martillearlo. Y hace clic…
Y se desata el Ragnarok. Una web oculta, parece que solo visible para sus ojos, donde puede ver su pasado oscuro en multitud de fotos, supuestos informes que nunca habían visto la luz, alguna grabación. Todo el material parece provenir del pufo de Antonio Hijuelo, y tangencialmente le ha retratado a él. Incluido que se le pueda relacionar con la muerte del hermano de Clara.
Y supone que alguien quiere hacer negocio… REALMENTE ahora sí que está interesado en ver que desean. Pero Alonso no es una persona que afronte con la cara y el pecho descubierto las negociaciones del mundo en el que vive.
Consigue con triquiñuelas que Andrés Maté rastree el móvil de la joven, todo ello "sin preocupar" a Clara, son solo temas de negocios de Alonso… Así puede establecer donde se supone que vive la chica y, con probabilidad, donde trabaja. Se dedica unos días a seguirla, y hay un momento que cree tener algo. Esa misma voz, pesada como ella sola, le hace ver que ese hombre con el que está tomando un café en ese momento podría ser alguien de los que quieren negociar con él. Decide llamar a la joven y le comenta que sí, que está deseoso entablar negociaciones. Mientras van hablando puede comprobar como la chica le hace un gesto de aprobación al hombre.
Ahora solo quede seguirlo. Ya de noche, en una calle poco transitada del puerto, decide cometer una pequeña locura. Volver a ser el antiguo Alonso. Se acerca por detrás, y le golpea. Lo coloca en el maletero de su SUV y aun se aparta más del poco bullicio. En un descampado, sin pregunta alguna, le da una paliza. Es solo para que sepa que se cuece.
Y una vez lo ha vuelto a colocar en el maletero, atado y amordazado, se desplaza hasta la casita que tienen en la sierra Clara y él. Ya le llamará y dirá que tiene que acabar unos flecos en un negocio y que si eso llegará tarde, si no es que se queda a dormir en el despacho.
Ya es noche cerrada cuando llega. Aparca el coche en el garaje y antes de nada entra en la casa para ponerse "ropa de trabajo"…
"Hola, ¿qué haces tú también aquí?" le pregunta Clara desde la puerta del salón, con cara de sueño y un vaso de leche en la mano…
[_fundido a blanco_]