Llego hasta aquí
2x07 - La joven que le susurraban los difuntos
Amaya Baldellou era una joven ciertamente conocida en Cunia. Al menos una parte de esta sabia de ella. Cualquiera que hubiese acudido a un velatorio, si estaba el tiempo suficiente repartiendo pésames y susurrando a viva voz anécdotas del fallecido, podía haber reparado en ella. Y si, en el tiempo, se tenía que visitar el tanatorio con cierta frecuencia, entonces ya era imposible no darse cuenta de su presencia.
Allí pasaba, una por una, por cada sala. No hablaba con nadie, se dirigía hacia el féretro y permanecía como en una especie de trance muy ligero. Algunos podrían atestiguar, bajo su responsabilidad, que parecía estar susurrando algo al difunto. Y hasta se diría que estaba escuchando su respuesta. Al salir dedicaba unas breves condolencias a los familiares y seguía hacia otra sala. Una después de otra.
Cada día que hubiere una vela en Cunia, podías decir que "la de los muertos" estaría allí. Como el sol que al amanecer sale por el horizonte y que después de un día de recorren el cielo se pone por poniente.
Así que, cuando una mañana las noticias, más allá de la mitad, informaban de la aparición del cadáver de Amaya, quien más quien menos sabia de quien hablaban. Su cuerpo apareció en un lugar del rio que en ciertas ocasiones remansa y parece habilitar algo parecido a una playa, lleno de golpes. Tantos que en un principio se dudaba de que fuera ella.
Así que "la de los muertos" por fin podría hablar directamente con estos, sin vidrios que hicieran de intermediarios. Solos ella y ellos. Al fin y al cabo era lo único cierto que la gente sabía de ella. Ciertamente en su entierro fue mucha gente. El morbo, el yo-que-se, el pensar que ella fue al velatorio de tu padre,…
Pero más allá, nunca mejor dicho, la policía parecía no avanzar. No había pistas y tampoco mucho ímpetu en esclarecer su asesinato. Como si todo ella se fuera diluyendo sin prisa pero sin pausa en el éter de la otra vida. Con lo cual no extrañó en Campoamor Detectives que un reducido grupo de personas anónimas decidieran contratar sus servicios para mirar de localizar a su asesino.
Y realmente de Amaya Baldellou poco se sabía. O muy poco. Vamos, casi nada. No era hija de Cunia, y hasta se dudaba de que su nombre fuera el real. Siguiendo rastros imperceptibles encontraron que había nació en Sagunto, y que cuando era aun una niña sus padres murieron en un accidente. Paso al cuidado de unos tíos, y por lo que cuentan estos, solo cumplir la mayoría de edad los abandonó y parece ser que inmediatamente se estableció en Cunia. Y, si la memoria colectiva no falla, desde los inicios llevó su rutina con los difuntos del día. Vivía frugalmente de los ahorros que había heredado de su familia y de trabajos de costura, mientras se dedicaba sin descanso a visitar los difuntos.
¿Podría ser que remotamente posible que el accidente de sus padres no fuera tal y que recordara algo? ¿Estaría detrás de localizar al "culpable"? Si era así ¿había descubierto al final algo y fue el detonante de su muerte? ¿…?