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Seguridad Carpanta
A mediados del siglo XX, Carpanta Gómez fundó una empresa de seguridad en la ciudad de Cunia. Tenía contactos en la oficina del gobernador y eso le permitió abrir la que sería una de las primeras empresas de seguridad de Cunia (y España). Antes de esa época la seguridad privada estaba restringida a las zonas rurales (los conocidos Guarda Jurados), pero tras la Guerra Civil el gobierno vio con buenos ojos el uso de personal no militar ni policial en la defensa de empresas o recintos privados. Carpanta Gómez vio (o le hicieron ver) en ello una posibilidad de negocio y contrató a varios policías y militares retirados (o en excedencia) y fundó la empresa.
Durante todo el siglo XX, su trabajo se limitó a las clásicas tareas de seguridad y vigilancia en empresas y, gracias a sus contactos en los gobiernos federales y en el Ayuntamiento, siguió siendo un negocio muy rentable. Entre sus clientes había empresas tan importantes como RENFE, CAMPSA o bancos y los propios organismos oficiales que les contrataban para eventos y campañas políticas. Con el tiempo, a partir de los años 90, la empresa pierde popularidad. Sigue teniendo un estilo "retro" a la hora de afrontar sus trabajos y sus vigilantes parece como si no hubieran recibido un curso de relaciones públicas (cosa que no recibían) y fueran de la escuela del palo (de la porra, propiamente dicha).
En el año 2000, se ocupa de la empresa el nieto del fundador, Dionisio Gómez, quién moderniza y reforma toda la empresa. Además de la vigilancia, amplía el campo de actuación en dos vertientes: los escoltas privados y la seguridad informática. Para ello contrata a muchos agentes muy experimentados de los países del este. Esta inversión da un aire de modernidad y reforma a la empresa y vuelve a ponerla entre las primeras empresas de seguridad de Cunia. En la actualidad, la vigilancia de empresas o eventos es una parte pequeña de la cuenta de resultados de la empresa y la seguridad personal e informática son su principal fuente de beneficios. Recientemente ha obtenido mucha atención mediática por la liberación del hijo de un político que había sido secuestrado en una discoteca.
Lo que la realidad esconde
Carpanta Gómez no era un tipo legal. Utilizaba la empresa de seguridad para la persecución política. Era como una especie de ejército privado de los gobernantes con la intención de perseguir fuera de la justicia a gente poco afín al régimen (a los que mandaban en ese momento). No perseguían izquierdistas, sino rivales políticos de sus contratadores a los que incriminaban en casos escandalosos (prostitutas, corrupción, etc.) para quitárselos de en medio. Con la llegada de la democracia y dejar de estar de moda la persecución política, empezaron a dar cobijo a actividades criminales como el robo de bancos, la custodia del dinero de estos robos y cosas similares, pero sus actividades se fueron reduciendo según se fueron asentando en la ciudad las mafias actuales. Carpanta representaba el pasado y los nuevos dueños querían instituciones nuevas para sus negocios.
Dionisio Gómez modernizó la empresa y ese cambio fue advertido por los criminales de Cunia quienes se olvidaron de lo pasado y le recibieron como un jugador experimentado en el tablero de juego de la ciudad. Carpanta da ahora protección a muchas "autoridades" de la ciudad, escolta alguna de sus entregas, vigila los intercambios como una fuerza neutral y, sobre todo, da cobertura informática para los grandes movimientos de dinero. Si quieres blanquear dinero, o llevarlo a un banco de Suiza, Andorra o las islas Caimán, Carpanta es lo que andas buscando. Eso sí, sus tarifas son altas; todos los agentes de la Securitate que han contratado no salen baratos.