Llego hasta aquí
La clave es el Señor García
Esta es una aventura corta en clave humorística. Es especialmente adecuada para jugarse entre campañas, sin más objetivo que reírse un buen rato. Así, todo transcurre en una suerte de Cunia paródica, con personajes no jugadores inspirados en famosos en nuestro propio mundo. También es una aventura con un alto grado de violencia, por lo que recomendamos usar reglas adicionales para esta partida que ayuden un poco a los jugadores, en concreto esta sobre la mortandad en las partidas. Si bien la historia comenzará como otras historias de bandas de Cunia, conviene avisar a la mesa de juego del tono «alegre» de esta historia antes de empezar, para evitar que haya malentendidos cuando las cosas empiecen a ponerse delirantes.
Los personajes jugadores están todos a sueldo de una banda criminal, por lo que sus vidas tampoco es que valgan mucho en todo caso. También, están acostumbrados a recibir instrucciones de forma súbita.
Tenéis una misión
Los protagonistas reciben precisamente un mensaje escrito que acompaña la factura del almuerzo, justo al terminar una sesión de menú, postre helado y carajillo en un pequeño bar llamado El Perro Gordo, cuya especialidad son los perritos calientes y las hamburguesas. El papel está tan grasiento como el resto de lo que se sirve allí pero pese a todo se puede leer. Es un mensaje firmado por su jefe directo y les conmina a dirigirse a Desguaces Paz, un negocio contiguo al aeropuerto de Cunia. Allí deben preguntar al dueño por el "Señor García" y ya él les dará más y mejores instrucciones. Son las 16:45 de la tarde.
Ir hasta Desguaces Paz no debería ser un problema. Cierra por la tarde, pero el dueño atiende a la puerta si llaman y les hará pasar tan pronto le den la contraseña, que es, sin más, preguntar por el Señor García. Nada más verle, una tirada de actualidad bonificada con un nivel menos de dificultad permitirá reconocer a este cuarentón de acento hispanoamericano como Sandro Paz, famoso ex-cantante que ha pasado de destrozar cuatro acordes a destrozar automóviles. Sandro ya era famoso antes de salir de Cuba y su huida a Miami le hizo ganarse las simpatías de la disidencia. Sin embargo, Roma no paga traidores y cuando sus éxitos dejaron de tener pegada entre la chavalería de South Beach, los managers le sorbieron hasta el tuétano y lo arrojaron al mundo real. Sandro decidió probar suerte en Europa, cogiendo el dinero que le quedaba y montando este negocio en Cunia, donde muchas bandas latinas aún escuchan sus antiguos éxitos. Si dan muestras de reconocerle, estará encantado de tararear alguno de estos temas mientras le acompañan a un cobertizo: "Ojalá que llueva salami", "Pisando moderadamente fuerte", "Bandido de Sevilla" o "Sabor de arroz (todo me sabe a paella)".
-El Señor García está dentro-, les dirá, animándoles a entrar mientras él saca un pistolón de repetición y se pone a vigilar el perímetro. Si algunos de los demás personajes quieren acompañarles no pondrá objeción y les seguirá dando la turra como si todos los Caribe Mix jamás editados fuesen obra suya.
El Señor García
Al abrir la puerta los personajes se encontrarán cara a cara con el "Señor García". Lo que ocurre es que este resulta ser un treintañero teutón de dos metros de altura, músculos sobre los músculos, camiseta de tirantes, pantalones cortos y chanclas de mercadillo. Bajo el brazo lleva una carpeta de piel que parece pedir compasión y una muerte digna. Tras los saludos de rigor, aquel muchacho se presenta como el Profesor Hans Ottovordemgentschenfelde.
"¿Cómo?"
"Ottovordemgentschenfelde."
"Dilo otra vez."
"Ottovordemgentschenfelde."
"Te lo acabas de inventar."
"Espera, ¿este hombre es profesor? ¿Profesor de qué?"
Pues de química, con un montón de matrículas de honor pero pocos escrúpulos. Le han echado de los más prestigiosos laboratorios alemanes y de las mafias más decentes de centro Europa y ha acabado en Cunia, patria de quienes ponen el dinero por delante de cualquier razón. La banda para la que trabajan los personajes se ha dejado una pasta y varios favores por el camino para contratar a este mago de la química psicotrópica. Según Hans, el trabajo de los personajes es sencillo: sacarle de allí lo más discretamente posible y llevarle hasta el Restaurante Trouppe, donde un tal Joao, el controlador de acceso del restaurante (vamos, lo que los profanos llaman "el puerta"), le esconderá unos días en un laboratorio casero, donde enseñará al químico de cabacera de la banda a elaborar una potente sustancia adictiva. Ese es el trabajo por el que le van a pagar. Durante los días en que esté allí trabajando, Hans deberá ser escoltado por los personajes jugadores, a modo de refuerzo a la seguridad. Algo que hará que se metan de cabeza en una tormenta, aunque aún no sepan que esta va a llegar.
"Espeeeeera. ¿Qué tormenta?"
La tormenta
Pues resulta que un miembro de una banda rival reconoció a Hans (que viaja con pasaporte falso a nombre de Hans García, ciudadano hispano-germano). Este chivato es un policía federal corrupto que ha visto la foto de Hans en un informe de la Interpol. No tenía tiempo ni recursos en ese momento para detenerle pero ha seguido al alemán desde al aeropuerto hasta el cercano desguace y ha avisado a su gente. Para cuando los personajes estén listos para salir del cobertizo con Hans, será el momento del tiroteo. El primero en recibir será Sandro. Un tiro de advertencia (de advertencia para los personajes, fatal para el músico) en toda la frente. Comienza la balasera.
Matones inesperados (tantos como los personajes jugadores haya, menos uno).
Dialéctica 10
Pistola 17
Fusil 16
Pelea 18
Sigilo 16
Puntos de vida 15
Umbral mortal 4+1d10
Ajuste por fuerza 0
Alerta 15
Esquivar 18
Iniciativa 6,6
Resistir dolor 2
Como el primer disparo será contra el cantante, los atacantes perderán el factor sorpresa sobre los personajes. Además, si parte de estos se quedaron fuera vigilando, tendrán la posibilidad de hacer tiradas de alerta enfrentadas al sigilo de los matones para evitar la emboscada, quizás incluso salvar a Sandro de su fatal destino. El armamento de los matones también deberás adaptarlo al grupo de juego que tengas, no se trata de liquidar a todos de un plumazo.
La calle es lava
A estas alturas la banda ha distribuido una foto de Hans por el móvil a todos sus miembros, cosa que los personajes descubrirán si registran a cualquiera de estos matones y leen sus mensajes. También verán que uno de los asaltantes tiene placa de policía y que ha distribuído la foto también a algunos compañeros corruptos más. A ver ahora cómo se las arreglan para camuflar al bigardo los aguerridos protagonistas. Allí en la cabaña hay pocas cosas con las que hacer el apaño: herramientas, trapos, productos de limpieza, un mono de trabajo varias tallas más pequeño... Pero sin duda se les ocurrirá algo.
Hans Ottovordefmpgsh... García
Bajos fondos 19
Conocimiento (Quimica) 26
Correr 17
Dialéctica 15
Medicina 15
Pistola 13
Pelea 19
Sigilo 16
Puntos de vida 18
Umbral mortal 6+1d10
Ajuste por fuerza +1
Alerta 15
Esquivar 15
Iniciativa 5,5
Resistir dolor 3
Para cuando salgan vivos de esta experiencia, tendrán otros problemillas. Primero, largarse de allí antes de que acuda más personal de la banda rival. Segundo, la policía estará realizando algunos controles "aleatorios" de alcoholemia por toda Cunia destinados a cazar al alemán. En fin que el tema para llegar hasta el restaurante no va a ser sencillo. Los posibles inconvenientes a ponerles dependen de lo bueno que sea el plan de los personajes. Lo mejor es la discreción porque si le trasladan llamando mucho la atención esto puede derivar en un tiroteo demasiado salvaje. Deja en cualquier caso que los personajes inventen cualquier método para esconder a Hans y dales solo los problemas que se busquen. De la misma manera, si se ponen demasiado en riesgo no dudes en hacer que les reconozca un taxista al que le haya pasado una foto de Hans un primo suyo que trabaja en una de las bandas interesadas en liquidar al químico. Un taxista con poco cerebro y mucha impulsividad. Un taxista con un arma automática escondida bajo el asiento. Un taxista sin nada que perder y una recompensa que cobrar.
No podrán contar con mucha ayuda de su banda; si les llaman, les encontrarán siempre bastante ocupados dando esquinazo a otros policías o a miembros de bandas que están buscando por otros lados. Si piden nuevas instrucciones, se les conminará a seguir con el plan y contactar con Joao antes de que cierren el local (a eso de las 2 de la madrugada).
Una vez en las cercanías del Trouppe, situado en la calle Fray Luis de Granada, cerca del mar, también tendrán que inventarse algún numerito para entrar. Si piden mesa sin haber reservado o intentan reservar para esta noche, se les reirán en la cara. Joao, para desgracia de los pjs, no está en la puerta esa noche, sino en el interior, en una oficina, controlando las cámaras. En la entrada estará Sebastiao, al que no le hace gracia que le confundan con el delincuente de Joao; además aquel es Portugués y Sebatiao es brasileño. No, no va a llamar a Joao para confirmar. No, no les va a dejar entrar solo porque sí. No, no pueden quedarse a incordiar en la puerta, ellos están llamando la atención y Sebastiao está a punto de llamar a la policía. Aire. ¡Aire!
Bien, para ser justos, los jugadores deberían tener la oportunidad de convencer a Sebastiao con tiradas de habilidades sociales, pero deberemos aplicar el modificador o modificadores apropiados en base a lo que acabamos de explicar sobre la relación entre los dos controladores de acceso.
En caso de no lograrlo, es cosa de los personajes encontrar una forma de entrar. Sebastiao guarda el acceso delantero y el trasero está cerrado con llave y vigilado con cámara. Joao les está esperando, con lo que esta última no debería ser problema, aunque los jugadores no lo tienen por qué saber. Hacerse pasar por alguien que trae un pedido o por clientes tan importantes como para no necesitar reserva requerirá otras tiradas de habilidades sociales y/o disfrazarse pero es posible. Tampoco se lo hagas pasar muy mal aquí, que la diversión está dentro.
Noche de fiesta, los chicos y chicas, radiantes de felicidad
Hablando de ello, si pasan como clientes serán dirigidos a una elegante mesa y se les mostrará una carta de las que quitan el hipo y en temblar el presupuesto de un país pequeño. Tampoco es que hayan venido realmente a comer ni que sea muy apetitoso: anchoas flambeadas con salsa de yogurt, albóndigas de gambas y alcaparras, guindillas cubiertas de crocante de chocolate, fresas rellenas de queso azul...
Para colmo de males, el Trouppe está en su maldito apogeo esta noche, lleno hasta la bandera. Resulta que se espera la aparición de un famoso artista sorpresa y ha corrido la voz. Todo aquel con dinero y ansias de fama que quiera dejarse fotografiar junto alguna estrella está allí esta noche. La dirección de juego elegirá cuál es el mejor momento para que aparezca el personaje en cuestión por la puerta del restaurante. Todo el mundo se levantará y aplaudirá, los camareros se quedarán clavados en donde estuviesen, entorpeciendo el paso. Tanto la seguridad del cantante como la del restaurante será especialmente quisquillosa con cualquiera que haga o esté haciendo cosas raras en ese momento. Si los jugadores la lían en ese momento tendrán que salir de allí deprisita.
Por cierto, ¿quién es la estrella? Puedes elegir tú a quien quieras pero yo te presto a una en concreto: Alex Rosas. Alex empezó hace décadas en el circuito alternativo de Cunia, tocando metal pesado y siendo un pesado con los dueños de los garitos. Tanto que, una vez que los Obús vinieron a tocar a Cunia y les faltaba telonero, alguien se acordó de avisar al grupo de Alex, "Alex y los Pistolas". Así logró un contrato y la fama. Sus dos siguientes álbumes, "Heavy como el viento" y "Mira mi tatuaje de dragones y serpientes" le catapultaron y llegó a dar conciertos en Londres y Berlín. Luego la fama fue menguando y Alex decidió ponerse en el punto de mira de la prensa rosa a base de escándalos, noviazgos concertados, tertulias televisivas y una serie de discos basados en la balada de cuatro acordes. Ahora sus fans de toda la vida se han cansado de aguantar estrofas ñoñas. Da pocos conciertos y sus entradas las regalan en el IMSERSO pero contar con él como cliente de cualquier local garantiza un buen negocio ese día. Si te gusta Alex, no dejes de usarlo como pnj recurrente en próximas aventuras, a todos nos gusta incorporar a las mesas de juego personajes odiables.
Si se lía parda
La seguridad del restaurante se tirará a placar a cualquier sospechoso. La de Alex tirará a matar. Alguien llamará a la policía y entre los que acudan habrá al menos uno de los policías corruptos de la banda rival, quizá alguno de la propia banda de los jugadores también. Miembros de ambas bandas podrían acabar acudiendo también y liarse un tiroteo demencial que irá en aumento según cada bando acuda con calibres mayores. Los jugadores tendrán suerte si encuentran refugio en el sótano y se quedan allí mientras la primera planta del Trouppe se convierte en la batalla de Okinawa. Los periódicos de mañana abrirán botellas de cava y todo responsable policial con vista pedirá duplicar sus recursos para el año que viene.
Si no se lía parda
Si logran encontrarse con Joao discretamente, estarán frente a un hombre moreno, con bigote, que huele levemente a limón y arrastra una sonrisa estupenda en cada palabra. El portugués les explicará ahora que el laboratorio ya no está en los sótanos del Trouppe, sino que tuvo que ser trasladado a un edificio del Polígono Nuevo por razones de seguridad (Sebastiao empezaba a hartarse de ayudar a la tapadera). La misión de los personajes es ahora llevar a Hans al interior del laboratorio para que se ponga a trabajar de una vez en la fórmula.
Por supuesto, esto es bastante sospechoso; ¿Joao no avisó a la banda del traslado? Después de todo, hubiera sido mucho menos peligroso llevar directamente a Hans al Polígono Nuevo por la circunvalación que meterse en el centro de Cunia con él. En efecto, Joao no es trigo limpio. Es verdad que el laboratorio ha sido trasladado, en eso es sincero. Pero si no lo había dicho era para que por el momento la banda no fuese a inspeccionarlo, ya que podrían descubrir que el portugués está produciendo más droga de la que pone en las calles; la sobrante se la queda para un negocio personal de distribución a media docena de locales de las Islas Baleares. Dará todas las excusas que hagan falta y procurará no mentir (diciendo que trasladó el laboratorio hace poco y que aún no ha tenido tiempo de informar es CASI cierto, después de todo).
Preocupado por el lío que ha montado la llegada del roquero, Joao les sugerirá salir de allí de inmediato. No, nada de esperar a que él termine su turno para acompañarles. Que se vayan ya. Les da las llaves de una pequeña nave del Polígono Nuevo reconvertida en loft por la que paga muy poco de alquiler, cercana a la nave del laboratorio, por si necesitan otro escondite para Hans o un lugar donde descansar. Nadie sabe que él colabora con la banda de los personajes, así que debería ser un sitio seguro y allí encontrarán armas, afirmará "como para derrocar a tres Salazares".
Para salir del Trouppe no hace falta ni que lo hagan por la puerta principal, existe un túnel de acceso secreto pensado para ocasiones en las que haya que entrar o salir del local sin ser visto (como en el caso de VIPS más sensatos que Alex). Joao no podrá guiarles más que hasta el acceso a las escaleras de bajada al túnel pero apenas tiene pérdida. Igual un desvío que si se coge mal da a las cloacas u otro detalle similar para ponerles nerviosos pero de momento se han ganado el pan.
La casa de los horrores
Es muy posible que, habiéndose encontrado con Hans por la tarde y tras todo el ajetreo de hoy, el químico prefiera dormir que ponerse a trabajar a estas horas. Promete madrugar. Siempre le pueden obligar a ponerse a la faena ya mismo pero asumamos de momento que no lo hacen.
En caso de que decidan ir al loft, el escondite de Joao es tal y como les había prometido, con la excepción de que el supuesto arsenal se limita a dos armas largas y tres pistolas automáticas de las marcas que prefieras, así como abundante munición. Como detalle desagradable, las paredes están decoradas con cuadros del tipo "payaso triste" y "arlequín romántico". Suerte tiene la mesa de juego de que Rol Negro no incluya reglas de cordura.
Esta es una buena oportunidad de dejar que los jugadores se relajen, además de permitirles empezar a captar más detalles de que Joao es una persona poco de fiar. Si registran el sitio no encontrarán pruebas incriminatorias, aunque sí otras que delatan un carácter muy cuestionable. Cosas como libros con las esquinas de las páginas dobladas para marcar el punto de lectura, ejemplares del suplemento dominical de El País, la tapa del retrete sin bajar o una taza de desayuno robada de un Starbucks, un documental de Churchill grabado del Canal Historia... Terrible.
There are pills to make you big and pills to make you small...
El laboratorio es un recinto rectangular de interior abierto, con mesas organizadas como una cadena de montaje para la recepción de material, fabricación, cortado, empaquetado y salida de sustancia. Una furgoneta llega a primera hora de la mañana y otra a última hora de la tarde para traer material y/o cargar material. Todo bastante rudimentario y poco eficiente. Que así lo sea ayuda a Joao a escamotear parte del material para sus propósitos.
Cuando los jugadores lleguen al laboratorio tendrán la oportunidad de realizar tiradas que les podrían hacer entrever que allí pasa algo incorrecto. Bajos fondos puede servirles para detectar que parte de la droga parece empaquetada con un aspecto adecuado para ambientes playeros y tropicales que no coinciden con el gusto de las calles de Cunia. Buscar datos accediendo a los papeles del cuaderno que Joao siempre lleva consigo les permite encontrar envíos a Ibiza. Comercio sobre esa misma documentación les permitirá detectar errores de contabilidad que parecen indicar que aquí se produce más de lo que la banda ha ordenado producir. Descubrir para notar cómo algunos paquetes almacenados desaparecen de su sitio. Escuchar para oír una orden de apartar parte del material para llevarlo el propio Joao a un "distribuidor especial". Psicología para notar lo tenso que está Joao con ellos delante. O una simple llamada a los jefes con las preguntas adecuadas les podrá confirmar que Joao pidió permiso para el traslado del laboratorio... ayer.
Antes o después el grupo de jugadores sospechará y hará algo al respecto. Cualquier cosa nos ha de valer. Cualquiera que ponga nervioso a Joao. A ser posible, delante de Hans, mientras el alemán trabaja. Joao podría intentar el soborno primero pero incluso si lo aceptan ya no se fiará de ellos y si no estalla ahora lo hará más tarde. En el momento en que pierda el control, sacará el arma e intentará huir, cubriéndose disparando. Incluso si se le sujeta, disparará al menos una vez, pudiendo darle por error a Hans si falla. O se moverá, y golpeará a Hans mientras este trabaja. U Hans se asustará y saltará tras la mesa, derribando algún producto y, sobre todo, rompiendo algún mechero lleno de líquido inflamable. O puede que le dé una patada a la mesa llena de muestras de la sustancia, que, por cierto, se prepara en forma de polvo.
"Vale, creo que sé por dónde vas. Quieres decir que con independencia de que los jugadores pillen a Joao de una manera o de otra, sería divertido que el resultado fuese un tiroteo en medio de una nube de droga en polvo."
"Tal cual."
Joao Barreto
Bajos fondos 19
Comercio 21
Conocimiento (Quimica) 16
Dialéctica 18
Esconder 18
Intimidar 20
Pelea 19
Pistola 17
Psicología 20
Sigilo 18
Puntos de vida 12
Umbral mortal 4+1d10
Ajuste por fuerza 0
Alerta 15
Esquivar 18
Iniciativa 6,6
Resistir dolor 2
La sustancia en cuestión, a la que Hans llama "Selva Negra", es un polvo gris que, al convertirse en pastilla, adopta un tono muy oscuro. Sus efectos son la mezcla de un alucinógeno suave con un estimulante potente, administrado además en una cantidad muy alta, antes de ser cortada. Es decir, quien lo respire estará muy desinhibido en una situación en la que sufrirá alucinaciones, más alarmantes cuanto más tensa sea la situación. Podrían disparar a un compañero creyéndolo un payaso armado con una motosierra. Podrían lanzarse de cabeza contra un cuadro de luces al confundirlo con una ventana. Podrían creer que Joao les ha metido insectos bajo las uñas y que la única forma de sacárselos es arrancarlas. Pueden intentar cambiar su bio de twitter en mitad del tiroteo y poner que son políticamente incorrectos y mourinhistas. Cualquier barbaridad.
En caso de sobrevivir a esta trifulca, los personajes serán recompensados con el trabajo de recomponer y reorganizar el laboratorio lo antes posible, pasando a estar a su cargo. Esto también les supondrá un aumento en las ventas y quizá algún problema cuando el proveedor al que llegaba el "desvío" de Joao en Ibiza demuestre ser un tipo con tan poca paciencia como cerebro. ¿Puedo sugerir que sea un antiguo pinchadiscos llamado Ximo Barrios, metido a empresario de ocio nocturno, que flirteó tanto con las drogas en los noventa que ya les podría pedir matrimonio?