Llego hasta aquí
Alfombras Izquierdo
Fundada por D. Eugenio Izquierdo, un oficial carlista de origen navarro, Alfombras Izquierdo es una empresa con 75 años de experiencia en la venta e instalación de alfombras y moquetas.
La empresa cuenta con una larga tradición familiar que comienza en 1939, cuando se convirtieron en los tapiceros predilectos del caudillo. El negocio prosperó durante la época de la autarquía, convirtiéndose en suministradores regulares de muchos gerifaltes del régimen. Los Izquierdo se instalaron en Madrid y, posteriormente, en los años Sesenta comenzaron a fabricar productos destinados a la instalación de moquetas y venta de otros materiales afines.
Con la muerte del fundador de la empresa y la llegada de la democracia, los Izquierdo cayeron en desgracia entre las clases altas. Lejos de amilanarse, el hijo del fundador, D. Nicolás Izquierdo, trasladó la sede de sus negocios a Cunia. Al mismo tiempo decidieron introducirse en el mundo de la alfombra, aportando un soplo de aire fresco al mercado, con el diseño de modelos propios realizados en más de veinte medidas diferentes cada uno (algo novedoso en el mundo de las alfombras, ya que en ese tiempo apenas existían unas pocas medidas diferentes).
En un primer momento sus alfombras eran hechas a máquina en Crevillente, pasando posteriormente a tener producción tanto a máquina como a mano en lugares tan remotos como la India, Pakistán, Mongolia, Irán, Egipto…
Alfombras Izquierdo cuenta en Cunia con tres naves y una superficie total de 3500 m2. Posee un stock de más de 50.000 alfombras y una exposición de casi 5.000 alfombras colgadas en cómodos carriles móviles que facilitan su visualización.
Su personal, en parte oriundo de la India, se caracteriza por dar un buen servicio a sus clientes, proporcionándoles alfombras de buena calidad y un asesoramiento personalizado.
El actual propietario y nieto del fundador, D. Borja Izquierdo, es un hombre elegante, cerca de la cuarentena. Heredero de la fortuna familiar, sus únicas debilidades conocidas son sus sobrinos y un loro por el que siente genuino afecto. Como hemos señalado, en su negocio trabaja un cierto número de inmigrantes de origen hindú y él mismo jamás se deja ver en público sin la compañía de Gupta, su leal guardaespaldas personal, un exmilitar que maneja el cuchillo kukri con letal soltura. Cunia es una ciudad peligrosa para alguien como el señor Izquierdo, un hombre adinerado y que ha cimentado su carrera, literalmente, sobre los cadáveres de mucha gente…
Lo que la realidad esconde
Al igual que otros en la ciudad, Alfombras Izquierdo posee una cara oscura, en este caso sus servicios como "limpiador". Es decir, que por un precio hacen desaparecer cadáveres incómodos. No es el único negocio de este tipo que hay en la ciudad (ver artículo sobre Flores y Jardines Madreselva: ) pero, a diferencia de su competencia, la gente que trabaja para D. Izquierdo está dispuesta a desplazarse para ocuparse in situ de los cuerpos, sin que los clientes tengan que llevarlos hasta sus instalaciones. Las personas que precisen de sus servicios solo tienen que llamar por teléfono a la empresa y decir que quieren comprar una "alfombra maura beige", momento en que la llamada pasa al responsable de concretar los detalles de la recogida. Después, a cualquier hora del día o de la noche, una furgoneta sin rotular sale hacia el lugar, saca el cadáver del lugar envuelto en una enorme alfombra y lo lleva a una nave de la empresa, en donde los entierra discretamente.
El personal que se ocupa de este "servicio especial" es el de origen hindú, que vive en pabellones prefabricados en la zona trasera de las propias naves. Se trata de miembros de la casta de los Intocables, a quienes Borja Izquierdo ofrece la oportunidad de escapar de la miseria de su país. Cada uno de ellos se compromete a trabajar durante cinco años en la tienda, momento en que adquieren el permiso de residencia permanente y son libres de hacer lo que quieran con sus ahorros (Borja les paga poco, pero les paga puntualmente cada mes). Muchos se traen a su familia y montan otros negocios: restaurantes, tiendas de ultramarinos, etc. Por supuesto, le son fanáticamente leales (saben que si Borja fuera detenido, otros como ellos perderían su oportunidad de abandonar el rígido sistema de castas de su país natal). Si alguno de ellos fuera descubierto trasladando el cadáver no dudaría en exculpar a su jefe, cargando en solitario con la culpa. Están aleccionados para ello por sus propios compañeros.