Llego hasta aquí
Los sobornados
Hay ocasiones en las que la televisión te sorprende. Eso me ha ocurrido mientras mal comía y jugueteaba con los canales de la televisión. Al final me he topado con una película, Los Sobornados, que me ha enganchado hasta las cinco de la tarde. No la conocía, pero según avanzaba la trama iba diciendo para mí: ¡Eso es Cunia! ¡Y eso! ¡Y eso!
Tras verla, he buscado información en internet sobre ella (maldita manía de las televisiones de cortar los títulos de crédito) y he descubierto que Fritz Lang es el director responsable de The Big Heat (título en inglés). Ahora debo entonar el mea culpa por no conocerla, pero es una gran película. El director es de los mejores, pero los actores, encabezados por Glen Ford que hace de sargento Bannion, también están a la altura. Lee Marvin, muy joven, también hace uno de los papeles, un matón duro y sin escrúpulos bastante creíble.
Toda la historia comienza (tranquilos, no desvelaré nada que no se vea al principio de la película) con el suicidio de un policía: Tom Duncan. Su compañero, el sargento Dave Bannion (Glen Ford) no acaba de verlo claro y decide investigarlo. Poco a poco va tirando de una enredada madeja y desvelando un mundo corrupto y decadente. La acción está ambientada en la ciudad de Kenport (una ciudad imaginaria... sí, igual que Cunia) en los años cincuenta.
La historia se puede adaptar perfectamente a la época actual y, de hecho, muchas de las cosas que parecen recordarán a cosas que estamos viviendo en la actualidad (y a cosas que pasan en Cunia todos los días). Los personajes están reflejados con una moral difusa: los buenos no son tan buenos, incluso pueden ser despiadados y los malos no son malvados: egoístas, ambiciosos, políticos, lo normal, pero incluso dentro de ese grupo hay pequeños destellos de esperanza. Los sobornos, los chantajes, los silencios son los que forman un enmarañada madeja que Bannion se esforzará por desenredar, pero no por un alto sentido de la justicia, aunque tendréis que descubrir sus motivaciones viendo la película.
La película está en blanco y negro y eso puede echar atrás a alguno de los lectores acostumbrados al cine en 3D y a las explosiones, pero creo que si la película se hubiera rodado en color (o coloreado), habría perdido parte de la atmósfera de género negro que posee. La trama tiene un ritmo constante y no necesita nada para mantenerte pegado en el asiento. De hecho, su encuadre, la forma de mostrar las escenas parecen hechas para un documental o un noticiario; nada de picados imposibles, contraplanos o perspectivas agobiantes a lo Hitchcook, solo escenarios urbanos sencillos y personajes que llenan toda la pantalla.
Resumiendo, una película muy recomendable que si vuelven a echar en la tele (lo que es bastante probable dada la política de los programadores de las televisiones) no debéis perderos. Por mi parte, si alguna vez la veo en un saldo de películas clásicas, la compraré. De ella saldría una partida de Rol Negro magnífica, lástima no haberla jugado antes de ver la película.