Llego hasta aquí
Tormenta en el Ekaitz
(Tragedia en un acto para 4, 5 ó 6 personajes donde la muerte se servirá a los postres).
El "Ekaitz" es una de esas joyas gastronómicas que esconde la ciudad de Cunia. No es un restaurante muy conocido ni es difícil encontrar mesa. Parece como si sus comensales más asiduos reservaran el secreto sólo para sí mismos. Además, el restaurante está en medio del barrio de la Catedral, uno de los sitios donde es más difícil aparcar de toda la ciudad, eso desanima a alguno que no saben moverse sin coche.
Rocío es la dueña del "Ekaitz" y es, a la vez, la jefa de la cocina de este restaurante. No tiene carta y rara vez te dejan elegir el plato que vas a cenar esa noche. Ella acude todas las mañanas al Mercado Central y elige entre los puestos aquellas viandas que más le gustan y con ella prepara platos únicos, casi irrepetibles; cenas abundantes que dejan satisfecho al estómago más glotón y al paladar más exquisito.
Hay cuatro empleados en el restaurante: Sergio y Juan Carlos son los pinches de cocina. El primero está en la cocina superior (y prepara los acompañamientos, las salsas y demás) y el otro está en la cocina inferior (y prepara los alimentos, los pela y friega la vajilla) y atiende la barra de la entrada. Ricard es el sumiller y maître y se encarga de atender a los clientes cuando llegan y cuando se van. Y Xavi es el camarero que sirve las mesas.
El "Ekaitz" tiene dos plantas. En la primera, tras pasar una puerta recia de madera que parece la entrada de unas caballerizas (de hecho, lo es), se halla una barra larga donde los clientes pueden esperar hasta el momento en el que Ricard les acompañe a la mesa. Suelen dar dos turnos de comidas por mesa y cuando el restaurante se llena, la gente que está esperando ya cubren la segunda vuelta de las mesas, Rocío cuelga un cartel de completo en la puerta y no se abre a nadie (sea quién sea - es una norma de la casa). La barra ocupa todo el largo del antiguo acceso a las caballerizas. Tras ella, accediendo por una puerta de hoja batiente, está la cocina inferior y desde ésta se llega a la alacena (que tiene acceso desde un callejón). Frente a la barra, en la antigua garita del guardés de la finca, hay un pequeño guardarropa. La persona que abre la puerta del bar (Ricard, Juan Carlos o la propia Rocío) se encarga de recoger los abrigos de los visitantes y colgarlos en el guardarropa. Al fondo, está el patio donde entran cuatro mesas pequeñas (unos 4 comensales por mesa). Todo el jardín está adornado con plantas aromáticas: menta, orégano y demás que se utilizan en la comida del local. Junto a una enorme barrica de vino (sin usar) está, discretamente señalada, la entrada al aseo de caballeros. A la izquierda, hay una escalera de piedra que lleva a la segunda planta.
La segunda planta es, en realidad, un ancho pasillo con vistas al patio inferior. Una valla de piedra evita que nadie se caiga. Hay seis mesas (de unos 6 comensales) repartidas en todo el perímetro, excepto en una esquina, que coincide con la cocina de abajo, donde está la segunda cocina y donde tanto Rocío como Sergio preparan sus platos. En la esquina, al otro lado de la cocina, está el aseo de señoras. Tanto el patio como el pasillo están cubiertos por una estructura de cristal y acero que hace que el interior sea muy agradable, incluso en los días de invierno.
Los invitados
Desde que empezó la crisis económica, el "Ekaitz", que no es un restaurante barato, ha visto menguar el número de comensales. De hecho, es rara la noche de diario en la que dan más de una vuelta a cada mesa. Los viernes y los sábados se llena algo más y los domingos, Rocío ha decidido cerrar temporalmente porque el negocio es ruinoso.
Hoy, un día de diario, los comensales, por orden de aparición, son:
[Nota: cuando entre Campoamor, el matrimonio ucraniano agachará la cabeza y dejará de mirar la puerta con tanta atención. Una TA adecuada indicará que estaban esperando a nuestro mafioso].
Dispuesto el escenario, se precisa un...
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Los comensales degustarán:
Entrantes
Cocktail provenzal
Sorbete de Limón al cava
Sopa de melón con crujiente de bacón
Primer plato
Ensalada Capresse con queso y albahaca
Cazuelita de gambas con champiñones salteados
Ravioli milanesse
Segundo plato
Solomillo a las finas hierbas
Lubina al horno con salsa de almejas
Atún encebollado con salsa de azafrán
Postres
Biscuit de turrón con crema catalana
Mousse de yogurt con frutas del bosque
Minoir de mandarina
Puedes descargarte la carta del menú para mostrar a tus jugadores del siguiente enlace: Carta restaurante Ekaitz
Los acontecimientos
La cena transcurrirá normalmente, los PJ podrán darse cuenta de algunas cosas, pero siempre con cierta dificultad. Ellos no saben que van a pasar cosas y, por tanto, no saben que deben andar con la mosca tras la oreja. De todas formas, pasan cosas raras:
Lo que la verdad esconde
La muerte a los postres (como habíamos prometido)
Cuando empiezan a servir el biscuit de turrón con crema catalana, Campoamor se levanta repentinamente, su silla cae con estrépito y se lleva las manos a la garganta como si intentara respirar. Parece un pez fuera del agua boqueando inútilmente. Le ha dado un choque anafiláctico. La chica que le acompaña grita (una TA de Descubrir o Escuchar revelará que pasan demasiados segundos entre la caída de la silla y el grito de la muchacha; además, éste no sonará muy convincente).
Los hermanos Castaño serán los primeros en llegar hasta el cadáver y detrás Ricard que ha salido escopetado de la cocina y que no se ha tropezado con Isabel (que entraba) de casualidad. Una TA de Descubrir permitirá observar que Isabel es la única que reacciona alejándose de la muerte. Lo primero que hace Ricard es preguntar si hay algún médico en la sala.
Rápidamente, antes de que cualquier PJ con un poco de Medicina pueda reaccionar, Wladimir Gerenkov dice ser médico y sube a ayudar al caído. Anunciará que el paciente está sufriendo un choque anafiláctico (una hipersensibilidad a la trufa, aunque eso no lo sabrán). Cualquier médico podría salvarle la vida si llega a tiempo (los Castaño ya están llamando a una ambulancia). Por eso, Wladimir aprovecha la confusión para inyectarle, sin que le vea nadie la ampolla de veneno. [Nota: una TA de Descubrir con +1 GD podría mostrar que Wladimir presiona el pecho del paciente con los tres dedos de su mano derecha (la ampolla no es visible), pero hace falta ser médico para saber que eso no es un movimiento de reanimación]. tras la inyección del veneno directamente en el corazón, Campoamor se sacudirá violentamente (¡y para sus 130 kilos es inesperado!) y morirá.
Los hermanos Castaño, que son gente simple, desenfundarán inmediatamente sus armas y apuntarán a todo el mundo con ellas mientras gritan cosas a una velocidad endemoniada. En resumen, dicen que uno de los presentes ha envenenado a su jefe y que nadie saldrá de allí hasta que descubran quién es (o matarán a todo el mundo). Juntarán a todo el mundo en el patio de abajo (incluidos los trabajadores del Ekaitz), les obligarán a sacar sus armas (¿cuántos PJ llevaban armas?) y sin dejar de apuntarles con las armas les conminarán a confesar.
Ese es el momento, mientras deja su revólver, en el que Gadiano Vedil (al que los PJ seguramente han visto por primera vez esa noche, salvo que bajaran al baño, y que reconocen sin problema del caso anterior) dice medio borracho: "Puez pre-hip-únteles a éztos... Zon de la bofia - hip"
Tormenta
A partir de este momento, los acontecimientos se desarrollarán en función de las acciones de los personajes jugadores, aunque lo primero será convencer a los Castaño de que no son policías, sino detectives. Los Castaño, que tan tontos no son, les invitarán a descubrir al asesino y les dirán que si no lo descubren es porque ellos lo han preparado todo.
Todo se complicará por que la policía, que tiene un agente dentro, está vigilando el local y a los poco minutos de la muerte de Campoamor, avisarán por megafonía que tienen el edificio rodeado y conminarán a los Castaño a entregarse y liberar a los rehenes. Los Castaño tienen una extraña clase de lealtad hacia su jefe, una especie de honor entre criminales, que les impide salir de ahí sin dar matarile a su asesino. Si las cosas se ponen muy feas, liquidarán a todos y así sabrán que han cumplido con su parte. Aunque si esto fuera a ocurrir, tanto Isabel como Wladimir se autoinculparían para salvar a los demás. Ambos piensan que han matado a Campoamor, aunque sólo es cierto en el caso de Wladimir. En el momento en el que la policía avise que tiene rodeado el restaurante, uno de los Castaño atrancará la puerta trasera (derribará una estantería de la alacena contra ella) y se quedará vigilando permanentemente la puerta. El otro, desde la entrada el patio, vigilará a los comensales, pero no les impedirá hablar (siempre que no lo hagan en susurros) ni mirar o tocar cosas. Para subir por las escaleras deberán pedir permiso.
A excepción de los trabajadores del "Ekaitz" y los PJ, todos los asistentes al restaurante tienen cosas que ocultar. Los personajes podrán entrevistarlos y ellos siempre se atendrán a su versión "oficial", pero siempre quedará esa sensación de que no están contando toda la verdad.
Los personajes tendrán acceso a sus teléfonos y los Castaño no les impedirán usarlos con el manos libres (quieren oír todo lo que dicen), incluso podrán acceder a internet a través de sus móviles o a través del portátil de los Castaño (aunque deberán convencerles de que se lo preste y subir a por él). Gracias a estos medios se podrán poner en contacto con la policía de fuera o podrán pedir a algún contacto que investigue determinadas cosas (por ejemplo, visitar la casa de los comensales). En el portátil de los Castaño hay mucha información confidencial. El PJ puede, si quiere, echar un vistazo rápido (los Castaños sospecharán enseguida si en la pantalla del portátil no se ve el Internet Explorer - son mafiosos, no usan Firefox). Se enterará que Campoamor era un mal bicho y que, seguramente, su muerte era lo mejor para Cunia. Otra de las cosas que sabrán en el portátil, gracias a un informe médico del difunto, es que era alérgico a la trufa. También se pueden enterar de esto si algún contacto exterior entrevista al médico del fallecido.
En los posibles registros que hagan sus colaboradores exteriores, los PJ descubrirán:
Es posible que los personajes no se fijaran en su momento en las cosas que ocurrían en el bar embelesados por la descripción del DJ de los platos que iban conformando la suculenta cena, pero su analítico cerebro, sí. Unas TA de Memoria puede hacer que recuerden alguna de estas cosas. No sabrán, por ejemplo, que Isabel puso trufa en el plato, pero sí recordarán que se levantaba a menudo y que tuvo oportunidad de hacerlo. Sin embargo, si llegan a la conclusión que murió por culpa de la trufa, los principales sospechosos serán los trabajadores del "Ekaitz". Está claro que las continuas visitas del mafioso estaban dando mala fama al local y poniéndolo en la mira de los Metropolitanos (nuevamente TA de Bajos Fondos para saber eso).
Si registran el cadáver y con alguna TA de Medicina, verán que sufrió un proceso de asfixia (rastros en los ojos, garganta completamente cerrada), pero lo que les llamará la atención son los moratones en la lengua (se la mordió) y en las articulaciones (se las rompió debidas a las fuertes convulsiones). Nada de eso tiene que ver con un choque anafiláctico (aunque Waldimir insistirá que es perfectamente normal) y una nueva TA de Medicina lo relacionará con un envenenamiento. En internet podrán relacionar los síntomas con un poderoso veneno de un pez japonés.
Si registran la mesa del cadáver, descubrirán un micrófono pegado debajo de ella y la ampolla de veneno vacía junto a una de las patas (TA de Descubrir mediante).
Si registran el aseo de señoras, descubrirán un arma (por el tipo parece de la policía) y un micrófono con auriculares escondido dentro del toallero (uno de estos metálicos que van dando hojas de papel de una en una. Descubrir esto es bastante complicado. Con el micrófono podrán ponerse en contacto discretamente (sin que lo sepan los Castaño) con la policía que hay fuera y deducirán, esperemos, que la acompañante de Campoamor es una policía encubierta y que sus visitas al baño le permitían recibir instrucciones.
Si registran la cocina, descubrirán que Rocío apenas tiene alimentos en ella y que todo lo compra fresco en el día. No, no hay trufa ni nada parecido. Como la propia Rocío les dirá, la trufa está sobrevalorada, nunca la usa en sus platos.
El dilema final
Es posible que los personajes descubran la realidad oculta detrás de cada uno de los personajes y es posible que descubran al asesino. Sin embargo, el final de esta historia representa un problema moral. En cuanto señalen a alguien como el asesino, éste morirá de un disparo de los hermanos Castaño. Además, si no señalan a nadie, es posible que todos mueran. El dilema moral es: ¿sacrificarán a un desconocido por salvar la vida de los demás?
Por otro lado, resolver el asesinato, no tiene que ser el final de la historia. Pueden intentar reducir a los Castaño, pero cuidado, todo lo que hablen en la mesa, habrá un Castaño que lo escuche. Si quieren organizar un asalto, tendrán que ser discretos, muy discretos.
Finalmente, si los personajes resuelven el misterio, pero está claro que no lo van a revelar o si pasa mucho tiempo sin noticias del exterior, la policía entrará. La cúpula de cristal del techo del patio volará en mil pedazos y unos policías de operaciones especiales entrarán pegando tiros a todo el que no se agache (esto por si hay algún PJ valiente que quiere aprovechar la confusión para hacerse el héroe).
Nota final: Esta partida fue una de las que se dirigieron en las Som Con. El objetivo era colocar a los jugadores frente al dilema moral y obligarles a tomar una decisión. Los jugadores desmoralizaron a sus personajes y sin ningún tipo de rubor acusaron a un inocente (al pobre borracho Vedil) y así se quitaron de en medio un futuro problema. Como DJ, no debes extrañarte de esta resolución, Cunia es así...
Créditos: el dibujo del Ekaitz, así como la carta-menú para entregar a los jugadores son de Sergio Jurado.