Imaginaos que sois la única persona capaz de ver y oír en un lugar en el que todo el mundo es ciego y sordo. Eso es en esencia cómo se siente un tirano en la galaxia la mayoría de las veces.
Los tyranos son una de las razas más extendidas de la galaxia. No son muy prolíficos comparados con sheller y sobre todo, humanos pero sus enormes capacidades psíquicas les han ayudado a tener un lugar preeminente en la galaxia. A pesar de la extendida creencia de que sólo hay tyranos en el Imperio Tyran y la RFP, es posible encontrar poblaciones de buen tamaño en planetas de la UPL, en el Pueblo Sheller y en la Comunidad Verriana.
Los tyranos ven cosas (sienten) ciertas energías que no ven los demás. Esas energías han configurado sus cerebros para aceptar una suerte de clasismo psíquico. Da igual que sea en Tyran o en otro lugar de la galaxia; los tyranos tienden a reunirse en grupos de personas afines (esto es: de un nivel psíquico similar), por ese mismo «sexto sentido» que hace que puedan estar en contacto entre ellos a lo largo de la galaxia. Esto crea una serie de dinámicas que a pesar del intento para evitarlo se perpetúan de manera inconsciente. Por ejemplo, en los planetas de la RFP de mayoría tyrana no existen castas de manera oficial, pero siguen existiendo de facto. Si necesitamos un símil con la actualidad, imaginad por ejemplo la India actual: no existen las castas, pero si pasas allí el tiempo suficiente verás que algo de eso sigue vigente, lamentablemente. O Australia y su población nativa. No hay discriminación de clase, pero los aborígenes no son los mayores privilegiados del país.
Este clasismo les hace parecer insensibles o estirados. No es cierto. Un tyrano siente que su prójimo sufre y en muchas ocasiones lleva a cabo acciones para paliar su sufrimiento. Quizás se oponga a que un tyrano de bajo nivel psiónico sea político (¿dejarías a una persona invidente conducir un coche?) pero no significa que desee su desaparición o su muerte. Incluso ahora, con su beligerancia hacia especies no tyranas fomentada desde su gobierno, la mayoría ni son malas personas ni unos racistas genocidas.
De hecho los tyranos (al menos hasta la irrupción de Fa.Ra.Li.) eran muy amigos de las reuniones sociales. Tanto en los elegantes salones de la clase aristocrática y sus conciertos y banquetes como en los concursos de deportes y bebida en los bares de los barrios más humildes, a los tyranos les gusta juntarse y disfrutar de la compañía de los demás. En esas ocasiones visten ropas de colores vistosos. Es una visión que contrasta con la habitual sobriedad con la que se relacionan con los demás.
A un tyrano le cuesta mucho hacer amistades. Es complicado ganarse su confianza. Se debe a dos cosas: los varapalos que se han llevado como raza (en muchos conflictos han salido perdiendo siempre) y el nivel de conexión que no encuentran en la gran mayoría de las especies. Una vez salvadas esas barreras son unos compañeros leales y agradables, aunque quizás no sean los mejores contando chistes.
Los tyranos son amantes de la naturaleza. Pueden vivir cómodos en entornos hiperurbanizados pero prefieren estar rodeados de bosques o campos y a ser posible con acceso a grandes masas de agua en las que poder nadar o simplemente poder observarlas. Les produce una gran paz y les proporciona un descanso necesario de todo el ruido psíquico que producen las aglomeraciones de seres sentientes. Son unos reputados forestales y es una de las profesiones soñada por ellos en las últimas encuestas de bienestar que ha realizado la administración Fa.Ra.Li. para conocer las necesidades de sus ciudadanos.