La Legado futuro es el sonoro nombre de una colonizadora con capacidad para 400 personas perteneciente a la Iglesia Moderna de la Panspermia Universal (IMPU), una religión naturista de origen humano basada en el culto a la vida, el abuso de los alucinógenos y la promiscuidad sexual (como símbolo del origen de la vida) que, desde hace unos doscientos años, se ha tornado muy popular entre algunos círculos pseudointelectuales del núcleo de la RFP. Los impuistas no siguen ninguna autoridad central y, de hecho, el culto se divide en un número indeterminado de diversas tradiciones, cada una con su propia estructura organizativa y distinto nivel de centralización.
A bordo de la Legado futuro no hay solo uno, sino dos capitanes, llamados «guías» por los auténticos fieles. Siempre son un hombre y una mujer, ejemplificando así la dualidad de la vida tal y como ellos la conciben. La nave se financia con fondos donados por los fieles en los planetas del núcleo, y tiene como objetivo cumplir la piedra capital de su credo: «llevar la vida a todos los rincones el universo». Al menos esa es la teoría porque, para ser honestos, muchos de los fieles se lo toman todo como una mera excusa para posturear, viajar, drogarse y fornicar como si no hubiera un mañana. Todo bajo una falsa pátina de misticismo y superioridad moral.
Los guías están dispuestos a admitir a bordo a cualquiera que lo pida, siempre que esté dispuesto a escuchar su mensaje y participar en las actividades del culto (aunque sea como mero espectador), algo que convierte a esta nave en un excelente modo de salir de un planeta cuando no se dispone de dinero para comprar un billete.
Idea de aventura: tal vez los PJ hayan subido a bordo pensando que gracias a esta pandilla de toláis van viajar por el morro, ponerse morados a drogas y follar gratis. La verdad es que el rollito pseudomístico intelectualoide que se traen estos tipos engancha bastante, y algunos de los que se embarcan sin estar convencidos terminan siendo auténticos fieles. Ahora bien, si los PJ no pasan por el aro del rollito sectario y se sientan en círculo a cantar el cumbayá con los otros, en algún momento del viaje se detendrán en un planeta yermo y es cuando las cosas comenzarán a ponerse interesantes: resulta que estos tipos de la nave pertenecen a una rama dura y radical del impuísmo; el plan consiste en abandonar a unos cuantos pasajeros para que, tal vez, de sus moléculas orgánicas, surjan péptidos que sean la base de una futura vida que pueble la superficie del planeta. Así entienden estos pirados la consigna de «llevar la vida a todos los rincones del universo».